En la oficina no todo es trabajar, gran parte de lo que sucede tiene que ver con los sentimientos. Es normal que nos enfademos por algo con lo que no estamos de acuerdo; reaccionar ante lo que nos indigna es natural y hasta cierto punto normal. Sin embargo, si con frecuencia nos entregamos indiscriminadamente a la expresión y desfogue de nuestro enfado en la oficina podemos convertirnos en personas tóxicas con las que al equipo le cueste comunicarse o compartir tareas.
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