Hartazgo, hastío, tristeza, desazón… son sentimientos, hoy en día, muy comunes, tras un año de pandemia y pueden enquistar en los equipos de trabajo y provocar una disminución de la productividad, de la creatividad y el compromiso
Según estudios publicados, la mitad de los empleados afirman sentirse bloqueados por la incertidumbre del momento. Tras ya un año de crisis sanitaria la salud mental-emocional de los trabajadores puede resentirse y que empiecen a aflorar emociones como la tristeza, la apatía o el hartazgo. Por otro lado, la imposición en muchas compañías del teletrabajo, ha contribuido a una sensación de soledad y aislamiento nada favorable.
Pese a que esos sentimientos son completamente normales, tal y como se destaca desde la Escuela de Competencias para la Vida y la Salud, el problema viene cuando todo ese cúmulo de emociones asociadas a la situación actual se enquistan en los empleados y tienen una consecuencia directa en el trabajo.
“El teletrabajo ha traído sin duda alguna muchísimos beneficios. Ha supuesto que muchas empresas puedan continuar con su actividad y que los empleados puedan conciliar. Pero, el trabajo en remoto unido a la situación de fatiga pandémica ha supuesto que muchos trabajadores empiecen a no sentirse motivados, que acusen el sedentarismo y todo ello se manifieste en una merma de la productividad” analiza Ángela Jordana, directora y fundadora de la Escuela de Competencias para la Vida y la Salud.
Uno de los principales signos de alarma que se pueden detectar y que sean reflejo de la falta de cohesión de los equipos y de su bloqueo es que notaremos cómo aumenta la desconfianza que se manifiesta de muy diversas formas: más reuniones, controles, indicadores... Por otro lado, podemos notar también que, a nivel personal aumenta el nivel de exigencia propio como consecuencia de la necesidad de ser visto, apreciado y reconocido. Se manifiesta como un exceso de hiperactivación o hiperactividad, aunque sin objetivos ni enfoques claros.
¿Cómo podemos conseguir desbloquear esos equipos? La clave está en dejar de sufrir por todas aquellas cosas que nos roban foco, energía y, encima, no son tan importantes. Algunas claves para conseguirlo, a nivel individual y para aplicar con los equipos son:
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