El impacto del mensaje depende un 7% de la comunicación oral, un 38% de la intención que ponemos al hablar y un 55% pertenece al movimiento y la proyección del cuerpo, según un estudio realizado por la Universidad de Harvard. Con estos datos, la comunicación no verbal se convierte en un pilar básico y su dominio se hace esencial para ser un buen comunicador.
En el mundo laboral la habilidad comunicativa es esencial para conseguir un aumento de sueldo, un nuevo puesto de trabajo, captar un nuevo cliente o fijar un precio con un proveedor. Raquel Coba, responsable de Agenciasdecomunicacion.org, defiende que “controlar la comunicación no verbal puede aprenderse y mejorarse aplicando una serie de pautas que nos ayuden a sacar el máximo partido”.
Estas claves que podemos ver y poner en práctica en nuestro entorno laboral cada día también pueden analizarse en profesionales de la comunicación o en los políticos. Este 2015, que sin duda es año de elecciones, podemos ver decenas de ejemplos. “Podemos fijarnos en el tono de voz, la velocidad de sus palabras, el movimiento de sus manos… todo forma parte del mensaje. Hay palabras que se resaltan levantando el tono e incluso a veces podemos ver cómo algunos políticos se han aprendido el discurso y los gestos pero no lo han interiorizado, lo que resulta poco creíble”, asegura la responsable del portal.
Transmitimos con todo el cuerpo y, además de las palabras, debemos controlar el tono de voz, la velocidad del discurso, los silencios, los gestos de la cara, el movimiento de las manos, la posición corporal, el vestuario… Todo cuenta para que el mensaje sea creíble y efectivo.
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