No es que le disguste el calorcito, los rayos de sol o darse un baño en el mediterráneo, más bien lo que detesta son los árboles, las plantas, las flores que envuelven el paisaje primaveral y todo lo relacionado con la naturaleza. ¿El motivo? La alergia, una afección que curiosamente le ha aparecido por primera vez este año y que la tiene totalmente desesperada. Los estornudos y el picor de ojos se han vuelto unos inseparables de esta directiva, especialmente en la oficina ahora que el buen tiempo anima a abrir las ventanas. Rodeada de árboles y plantas, no sabemos cuánto tiempo más durará su mal humor... Ya se lo ha comentado a algunos colegas de profesión: el invierno se ha convertido, definitvamente, en su estación favorita a partir de ahora.
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