Inés Echevarría, fundadora de Uttopy, experta en sensibilización corporativa y pionera en impulsar el microactivismo en las organizaciones, recuerda que la igualdad de género es una liberación tanto para mujeres como para hombres, a la vez que una ventaja competitiva social y empresarial.
Una confusión que perjudica a mujeres y hombres
Durante años, el debate sobre la igualdad de género se ha visto empañado por la idea de que existe una polaridad entre lo que beneficia a hombres y mujeres. Esta confusión dificulta el diálogo en el ámbito empresarial, especialmente en empresas con inercias patriarcales que arrastran un liderazgo más jerárquico y tradicional.
“Muchos hombres sienten que el feminismo es una amenaza a sus derechos y privilegios, cuando en realidad es una oportunidad para una vida más equilibrada y auténtica”, explica Inés Echevarría, fundadora de Uttopy. Este desequilibrio se refleja tanto en la empresa como en la familia: mujeres desvalorizadas y frustradas en entornos laborales rígidos, hombres desubicados y tensos en la esfera doméstica. El llamado ‘divorcio postvacacional’, que emerge tras periodos de convivencia intensa, no es un fenómeno estacional aislado, sino un síntoma del agotamiento del contrato patriarcal y de la urgencia de redefinir los roles de género hacia modelos más horizontales e inclusivos.
El 70% de los hombres reconoce sentir presión para cumplir con expectativas sociales de fuerza, éxito y control según datos de Promundo Global. Esta presión de la masculinidad hegemónica tiene un alto impacto en los hombres, al dificultar la conexión emocional, alimentar el estrés crónico, y desconectarlos de su autenticidad. El resultado: aislamiento emocional, desgaste mental y físico, y una sensación de insatisfacción constante, incluso entre quienes aparentemente “triunfan”.
“Liberar a los hombres de la presión de ser siempre proveedores, invulnerables o exitosos, tiene un impacto directo en su salud y bienestar”, afirma Echevarría.
Impacto en negocio y prosperidad empresarial
Estas tensiones individuales también existen en la cultura corporativa. Las organizaciones que mantienen estructuras jerárquicas rígidas y liderazgos masculinizados sufren consecuencias reales: Resistencia a las políticas inclusivas que promueve la ley, ambientes de desconfianza y competitividad interna, fuga de talento femenino y joven, decisiones poco participativas e innovación estancada, baja cohesión de equipos y aumento de conflictos.
Por el contrario, las empresas que apuestan por modelos de liderazgo inclusivo logran: mayor compromiso y retención de talento (McKinsey, 2022), aumento de productividad e innovación (+20%, Deloitte, 2023), mejora del clima organizacional (Harvard Business Review).
Un liderazgo inclusivo es un liderazgo feminista
El feminismo defiende la igualdad de oportunidades a todas las personas, independientemente de la condición de hombre o mujer. Por tanto, un liderazgo inclusivo es un liderazgo feminista. Y este estilo de liderazgo pone en el centro el talento con el fin de que cada persona de la organización pueda desarrollarse en pleno potencial
La transformación cultural en las organizaciones es una necesidad para responder a los nuevos retos sociales, atraer nuevas generaciones y cumplir con los compromisos ESG.
El feminismo no busca invertir roles ni imponer un modelo único, sino liberar a las personas de las limitaciones impuestas por los estereotipos de género. Liderar desde la inclusión significa crear espacios donde cada persona pueda expresarse con autenticidad, dando alas a su mejor versión.
“El liderazgo más transformador surge cuando una persona integra en sí misma lo masculino y lo femenino: dirección y escucha, foco y empatía, control y confianza. Eso no tiene género, tiene conciencia”, apunta Echevarría.
Los arquetipos femenino y masculino son potenciales energéticos que se expresan de manera diversa. La hiper presencia de uno de ellos suele ser el resultado de una socialización de género. Lo ideal sería promover que las personas puedan explorar ambos libremente, sin las ataduras del género asignado.
Es importante normalizar la presencia de mujeres con un estilo de liderazgo más agresivo y racional, y de hombres con un liderazgo más creativo y empático estilo más femenino y empático, y personas con un liderazgo fluido. Existen muchos estilos de liderazgo y no son mejores ni peores. Lo importante es tener la capacidad de adaptarlos a las necesidades de cada situación y contexto.
Cambiar el relato para cambiar la cultura
Por este motivo promover la igualdad de género es uno de los principales retos de Uttopy, empresa social dirigida por Inés Echevarría. Su propósito es ayudar a las empresas a abrazar una cultura basada en valores, alineando los negocios a los actuales retos socioambientales. A través de formaciones, charlas y campañas de sensibilización, abordan estas creencias limitantes trascendiendo la polaridad que acompaña al debate, ayudando a construir entornos respetuosos e inclusivos. Entre las claves del enfoque:
- Trascender la polarización que acompaña al debate de género.
- Desmontar creencias limitantes vinculadas a los tradicionales roles.
- Desactivar miedos inconscientes desde la empatía y racionalidad.
- Iluminar los beneficios personales, sociales y económicos que acompañan al cambio.
- Reconectar a las personas con su autenticidad y empatía para una vida más plena e íntegra.
“La cultura patriarcal perjudica a ambos géneros, aunque lo haga de formas distintas. Se trata de un reto sistémico, liberarnos de sus exigencias es clave para prosperar como sociedad”, afirma Echevarría.
Más allá del propósito social: una ventaja estratégica
La desigualdad de género y los modelos de liderazgo masculinizados no solo tienen un coste ético, sino también económico: las investigaciones de McKinsey concluyen que los equipos ejecutivos diversos en género tienen un 21 % más de probabilidad de generar beneficios, y por separado, los equipos de gestión diversos aportan un 19 % más de ingresos por innovación
“Cada vez somos más las personas y empresas que emprendemos este camino, pero todavía queda mucho por hacer. En Uttopy trabajamos para acelerar esta transformación desde la sensibilización, el empoderamiento y la acción”, concluye Inés Echevarría.