26 de septiembre de 2025

Cuando el perfeccionismo pasa factura: Neuromify revela el lado oculto del perfeccionismo en la salud mental

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Especialistas de Neuromify explican que el perfeccionismo —tan valorado en muchos entornos profesionales— puede ser una trampa silenciosa que pasa de impulsarnos a bloquearnos. Se viste de responsabilidad, compromiso o excelencia, pero detrás de esa imagen ideal se esconde una fuente constante de ansiedad, insatisfacción y fatiga emocional.

A diferencia de la búsqueda sana de mejora, el perfeccionismo disfuncional se basa en una idea rígida: “nunca es suficiente”. Y ese pensamiento consume energía, tiempo y motivación.

¿Qué hay detrás del perfeccionismo?

El perfeccionismo no es solo querer que las cosas salgan bien. Es una forma de funcionamiento donde el error se percibe como algo intolerable, donde la crítica propia o ajena se vive como una amenaza personal y donde el logro pierde valor rápidamente porque la mente ya está en la siguiente meta.

A nivel psicológico, suele enraizarse en creencias tempranas: la necesidad de validación externa, el miedo al rechazo o la idea de que solo siendo impecables se es digno de ser reconocido.

En la práctica, esto se traduce en jornadas interminables, revisiones sin fin, dificultad para delegar y una sensación crónica de tensión interna.

La paradoja: más esfuerzo, menos satisfacción

Muchos perfeccionistas se enorgullecen de su nivel de exigencia. Pero en realidad, cuanto más se alimenta, más insatisfacción genera. Porque el listón siempre se eleva un poco más.

El resultado es un ciclo paradójico: cuanto más se logra, menos satisfacción se siente. La mente ignora los avances y se centra obsesivamente en los defectos.

Con el tiempo, esto no solo mina la motivación, sino que puede dar lugar a procrastinación, miedo a comenzar tareas importantes y un desgaste emocional que afecta al sueño, la concentración y la salud física.

Signos de perfeccionismo que desgasta

Neuromify advierte sobre señales claras de que el perfeccionismo ha dejado de ser funcional:

  • Revisar una tarea mucho más allá de lo necesario.
  • Sentir ansiedad extrema ante la idea de cometer un error.
  • Postergar tareas importantes por miedo a no hacerlas “perfectas”.
  • Restar valor a logros alcanzados.
  • Compararse constantemente con estándares irreales.
  • Necesitar aprobación continua para sentirse tranquilo.

El impacto silencioso en los equipos

En entornos laborales, el perfeccionismo individual puede afectar al clima de trabajo: retrasa entregas, dificulta la colaboración y genera microtensiones constantes. Además, se contagia: equipos con líderes perfeccionistas tienden a desarrollar dinámicas de miedo al error y poca innovación, porque todo pasa por el filtro de la crítica excesiva.

Lo que proponen desde Neuromify

En sus programas, Neuromify trabaja la gestión de la autoexigencia no desde la crítica, sino desde la comprensión y la reformulación de creencias. A través de evaluaciones y ejercicios breves, ayuda a identificar patrones perfeccionistas, desmontarlos y sustituirlos por una cultura de excelencia flexible: hacer las cosas bien, pero entendiendo que el error forma parte del proceso y que el valor no está en la perfección, sino en la mejora continua.

Esto reduce la ansiedad, mejora la calidad del trabajo y libera recursos mentales para la creatividad y la innovación.

Claves para salir de la trampa

Algunos pasos para empezar a desmontar el perfeccionismo:

  • Aceptar el concepto de “suficientemente bueno” para tareas no críticas.
  • Celebrar logros parciales y avances, no solo resultados finales.
  • Diferenciar estándares propios de expectativas ajenas.
  • Permitir el error como fuente de aprendizaje, no de castigo.
  • Hablar abiertamente de este patrón con colegas o supervisores.

De la perfección a la excelencia sostenible

El perfeccionismo promete éxito, pero muchas veces entrega agotamiento. La verdadera excelencia es la que se sostiene en el tiempo sin romper a la persona.

Como recuerda Neuromify en sus sesiones: “Ser excelente no es hacerlo perfecto. Es hacerlo bien, aprender de los fallos y poder descansar tranquilo con lo que se hizo hoy.”

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