La inteligencia artificial ha dado un paso más allá en el entorno laboral y empresarial. Ya no solo automatiza tareas o analiza datos: ahora es capaz de crear representaciones virtuales de los empleados. A estas réplicas digitales se las conoce como gemelos digitales. Y prometen transformar la forma en la que trabajamos, decidimos y gestionamos equipos.
Sin embargo, en el otro lado de la balanza hay preguntas que todavía esperan ser respondidas. ¿Dónde queda la privacidad del trabajador? ¿Cómo se protege su identidad digital? Para aclarar estas cuestiones nos hemos puesto en contacto con los expertos LOPD de Grupo Atico34, despacho de abogados referente en servicios de protección y asesoramiento sobre IA.
Gemelos digitales: la inteligencia artificial que replica empleados
Un gemelo digital es una copia virtual de una persona, sistema o proceso. En el ámbito industrial ya se usa habitualmente para simular maquinaria o procesos de fabricación, pero en el entorno laboral el concepto va más allá.
Gracias a la inteligencia artificial, los datos de un empleado pueden alimentar un modelo que simula su comportamiento, sus decisiones e incluso sus reacciones. No se trata solo de un avatar o una ficha técnica, es una representación dinámica que aprende y evoluciona.
Estos gemelos permiten a las empresas predecir cómo actuaría un trabajador ante determinados retos. Por ejemplo, cómo respondería ante una carga alta de trabajo, cómo interactuaría con un nuevo equipo o cómo tomaría una decisión en un contexto de incertidumbre.
También se utilizan en formación: simulan escenarios laborales complejos para que los empleados practiquen sin consecuencias reales. O en procesos de selección, para observar cómo reaccionarían los candidatos en situaciones reales de trabajo.
Impacto en el entorno laboral: toma de decisiones y nuevos modelos de gestión
La aparición de estos modelos digitales está cambiando silenciosamente la gestión empresarial. Porque si es posible simular cómo trabaja una persona, también lo es optimizar procesos basados en esos datos.
“Los gemelos digitales son, básicamente, una copia del trabajador. Pero, para obtener esa “copia”, ¿con qué datos se deben haber alimentado los modelos? ¿Estamos seguros de que no se requieren datos excesivos o desproporcionados para imitar de manera lo más exacta posible a un trabajador? ¿Sabemos que la forma de alimentar el modelo no incumple ninguna de las reglas del RGPD, la LOPDGDD o de la nueva normativa sobre inteligencia artificial?”, remarcan desde Atico34.
Un equipo de recursos humanos puede usar gemelos digitales para ajustar plantillas, prever el rendimiento futuro o incluso detectar señales tempranas de desmotivación. En operaciones, sirven para predecir cuellos de botella, errores humanos o decisiones ineficaces antes de que ocurran.
Por ejemplo, la compañía ServiceNow creó gemelos digitales de sus empleados para mejorar la retención y el desempeño. Integraron datos de encuestas, evaluaciones, historial salarial y formaciones. El gemelo virtual era capaz de detectar, por ejemplo, si un trabajador estaba sobrecargado o si tenía riesgo de abandono, y sugería formaciones o ajustes en su carga laboral.
Las empresas que adoptan esta tecnología reportan mejoras en la eficiencia y en la toma de decisiones. Pero también se enfrentan a un nuevo tipo de responsabilidad: gestionar lo invisible.
La protección de datos del empleado en la era de la simulación laboral
Aquí aparece el lado delicado del asunto. Para crear un gemelo digital hacen falta muchos datos: de rendimiento, de comportamiento, de salud emocional o incluso de comunicación interna. Y no todos los empleados son conscientes de qué se recoge ni para qué.
Tal y como reconocen desde Atico34, “el uso masivo de datos personales plantea preguntas éticas y legales. ¿Puede una empresa simular a un trabajador sin su consentimiento? ¿Quién es dueño de esa versión digital? ¿Cómo se evita el uso indebido o sesgado de esa información?”.
Se supone que las respuestas están en el reglamento sobre inteligencia artificial de la Unión Europea o AI Act, la cual pronto tendrá su transposición al ordenamiento jurídico español. Dicha normativa, sin embargo, está todavía en fase muy temprana, por lo que lo más normal es que sufra continuos cambios.
Por el momento, Atico34 recuerda a las empresas que los gemelos digitales están considerados como sistemas de IA de alto riesgo. Esto implica que “los sistemas de este tipo que infieran emociones o atributos sensibles (género, etnia, salud) sin autorización están prohibidos, se le debe explicar al empleado que se usa un gemelo digital, cómo funciona y qué decisiones apoya, se han de realizar evaluaciones y controles continuos para documentar el ciclo de vida del sistema de IA, y prever controles humanos suficientes. Para todas estas acciones es altamente recomendable contar con ayuda externa profesional”.
Quizá sea cierto, como sostienen algunos, que el futuro laboral pasa por estas simulaciones, pero su éxito dependerá no solo de la tecnología, sino de la confianza que las personas tengan en ella.
En definitiva, los gemelos digitales representan una oportunidad enorme para las empresas por su capacidad para mejorar la productividad, reducir errores y anticipar decisiones, siempre y cuando se diseñen y utilicen con respeto al ser humano detrás de los datos.