30 de junio de 2025

Por qué la factura electrónica ya no es opcional

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Durante décadas, la factura en papel fue el símbolo del orden administrativo en las empresas, con archivadores llenos, sellos de entrada, copias para contabilidad, originales para el cliente… Pero ese modelo ha dejado de ser sostenible. Ya no solo por motivos ecológicos o de eficiencia, sino por algo más simple y contundente, como es el cumplimiento normativo.

Con la entrada en vigor de la ley Crea y Crece, todas las empresas y profesionales estarán obligados a usar la factura electrónica en sus transacciones. Y lo que para algunos parece un nuevo dolor de cabeza, para otros está siendo la excusa perfecta para dar un salto de calidad en su gestión financiera.

La norma, que forma parte de un paquete legislativo para fomentar la competitividad y mejorar los plazos de pago, pone fecha de caducidad a las viejas rutinas contables. El cambio es profundo, pero también lo es su potencial. Herramientas como las que ofrece CEGID, orientadas a facilitar este proceso, están ayudando a miles de empresas a ir más allá del simple cumplimiento, sino a transformar por completo su manera de trabajar. En su página sobre la factura electronica obligatoria, la compañía explica cómo dar el paso sin interrumpir la actividad diaria.

Una ley que acelera lo inevitable

En España, la digitalización empresarial avanza a distintas velocidades. Mientras algunas grandes compañías llevan años operando con documentos electrónicos, muchas pymes aún gestionan sus facturas con métodos analógicos. Según datos del INE, en 2023, solo el 38% de las pequeñas empresas usaba algún sistema automatizado para facturación, lo que deja a una parte importante del tejido empresarial expuesta a retrasos, errores e incluso sanciones por incumplimientos fiscales involuntarios.

La nueva ley no busca simplemente informatizar trámites, su objetivo es forzar un entorno más transparente, ágil y seguro. Al hacer obligatoria la emisión y recepción electrónica de facturas, se garantiza la trazabilidad, se reducen disputas por pagos y se genera un registro digital verificable por la Administración. Además, se acorta el plazo medio de cobro, una de las grandes batallas de las pymes en nuestro país.

CEGID ha comprendido bien este enfoque. No se trata solo de cumplir con Hacienda, es necesario convertir la factura en una pieza inteligente del sistema financiero de cada organización. Una factura digital bien estructurada puede integrarse automáticamente en el ERP, reflejarse en tiempo real en la tesorería y ofrecer datos clave para anticipar decisiones. Y todo sin necesidad de papeles, copias o validaciones manuales.

Beneficios internos que marcan la diferencia

Aunque el impulso inicial viene del BOE, los efectos positivos se notan dentro de las propias organizaciones. Uno de los más relevantes es la reducción de errores humanos. Facturas duplicadas, olvidadas o mal emitidas pueden tener consecuencias graves, desde retrasos de pago hasta conflictos legales. Con un sistema automatizado, estas situaciones prácticamente desaparecen.

Otro beneficio es la liberación de tiempo para tareas de más valor. Los equipos administrativos dejan de ser meros tramitadores de papel para convertirse en gestores de información.

Y todo esto ocurre mientras se refuerzan los controles de seguridad y se cumple con las exigencias de la ley contra el fraude fiscal, otro de los marcos que empujan a las empresas a actualizar sus sistemas contables. La trazabilidad que ofrecen las facturas electrónicas, y su interoperabilidad con plataformas de control fiscal, hacen que la lucha contra la evasión ya no dependa de inspecciones puntuales, sino de herramientas automáticas y cruce de datos.

Cómo afrontar el cambio sin colapsar

La transición a la factura electrónica genera dudas, sobre todo en las pequeñas empresas. Es normal que teman perder el control o depender de tecnología que no dominan. En este sentido, la clave está en elegir un proveedor que ofrezca acompañamiento durante todo el proceso.

Su enfoque se basa en tres pilares claros:

  • Adaptabilidad. La plataforma se ajusta al tamaño, sector y estructura de cada empresa. No es lo mismo una asesoría con 50 clientes que una cadena de tiendas con cientos de transacciones al día.
  • Simplicidad. El entorno de trabajo es intuitivo, incluso para personas sin experiencia previa en software de gestión. Todo está diseñado para minimizar la curva de aprendizaje.
  • Cumplimiento garantizado. El sistema se actualiza automáticamente cuando cambia la normativa, evitando que el usuario tenga que estar pendiente de cada nuevo requisito técnico o legal.

Para muchas organizaciones, esta no será solo una transición tecnológica, sino también una transformación cultural. Implicará revisar procedimientos, formar equipos y entender que la gestión financiera ya no se hace solo con calculadora y carpetas.

La digitalización también impacta en la cultura de empresa

Más allá del cumplimiento normativo y la eficiencia operativa, la implantación de la factura electrónica está teniendo un efecto indirecto que las compañías empiezan a valorar, que es la profesionalización de sus procesos internos.

Cuando una empresa digitaliza su ciclo de facturación, suele revisar también su sistema de presupuestos, sus contratos, su relación con proveedores y sus flujos de aprobación. En otras palabras, no solo cambia cómo se factura, sino cómo se trabaja. Y esa evolución afecta al departamento financiero principalmente, pero también contagia al resto de la organización.

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