Hay algo que los empresarios y emprendedores saben muy bien: si contratas a las personas equivocadas, es posible que el barco se hunda, sobre todo cuando se trata de un negocio pequeño o emergente.
Se mire por donde se mire, vale la pena deshacerse de los malos empleados antes de que crucen la puerta de la empresa. De hecho, lo ideal es identificar los indicios de un posible problema durante el proceso de contratación. Por ello, en este artículo nos fijaremos en las señales de aviso que podrían salvar a tu negocio de cometer un error muy grave.
Presentarse sin haberse preparado
Se puede saber mucho de aquellos candidatos que se presentan en tu empresa sin saber nada de ella. Un buen candidato siempre hace los deberes: consulta el sitio web de la empresa, se informa sobre lo que hace y prepara varias preguntas interesantes al respecto. Si una persona no puede dedicar ni 15 minutos a buscar información sobre tu empresa antes de acudir a la entrevista, es probable que tampoco vaya a esforzarse mucho en el trabajo.
Vigila con aquellos candidatos que planteen preguntas básicas cuyas respuestas podrían haber encontrado en internet. Los expertos recomiendan buscar candidatos que pregunten hacia dónde se dirige la empresa y de qué manera pueden ayudarte a llegar hasta allí.
Hablar mal de excompañeros de trabajo
Te equivocas, y mucho, si piensas que un candidato que habla pestes de las empresas en las que ha trabajado y de los excompañeros que ha tenido está intentando adularte. Claro que es posible haber vivido una mala experiencia o haber tenido un mal jefe, pero hay muchas maneras de exponer estas situaciones, y hablar mal de forma constante de los excompañeros no es una de ellas.
Alguien que culpa al prójimo de sus problemas, en lugar de asumir su parte de responsabilidad, es probable que tenga la misma actitud en tu empresa. Estas personas no suelen asumir sus errores y crean problemas allí donde van.
Desconocer por completo el sector
No hay nada que aconseje más hacer trizas un CV que un candidato que desconoce por completo el sector en el que pretende trabajar. No decimos que deban conocer la industria al dedillo, sobre todo si el puesto para el que se postulan es de rango medio o bajo. Sin embargo, las personas que no se preocupan lo más mínimo en aprender sobre el campo en el que trabajan suelen carecer de la ambición o motivación necesarias para ayudar a llevar a tu empresa a un nivel más alto.
Es cierto que todo depende del sector, pero, en general, los empleados que están al tanto de las últimas tendencias suelen conocer las mejores prácticas, la tecnología más avanzada y los últimos desarrollos de la industria. Los mejores hoteles, por ejemplo, buscan candidatos que entiendan y estén dispuestos a cumplir las exigencias de los clientes; en el sector de los casinos online y de las plataformas de trading, se buscan personas que estén al corriente del comportamiento de los usuarios, de los cambios de normativa y de las nuevas tecnologías. Y lo mismo puede aplicarse a la industria médica, al sector del marketing y a cualquier otro.
Lo último que necesitas es un candidato que desconozca el sector y al que lo único que le preocupa es cobrar su salario al final del mes.
Llegar tarde a la entrevista
A nadie le gusta la gente impuntual, y es lógico que sea así. Llegar tarde a una entrevista no es, de por sí, el mayor pecado que un candidato puede cometer, pero hacerlo sin un motivo justificado supone una bandera roja de manual, ya que demuestra no tener respeto por el tiempo de los demás y no saber planificarse lo más mínimo.
Piénsalo bien: si una persona no llega a tiempo a una entrevista, que posiblemente sea una de las reuniones más importantes de su vida, ¿cómo va a gestionar los plazos en el trabajo? Y lo peor es cuando el candidato pone excusas en lugar de disculparse o asumir la responsabilidad de su tardanza.
Prescindir de la carta de presentación
Cada vez es más habitual que los candidatos prescindan de la carta de presentación, pensando que con el CV basta. Sin embargo, cuando alguien se toma su tiempo y escribe una buena carta de presentación demuestra que realmente quiere el trabajo. Seguramente, en ella explique por qué tiene ganas de trabajar en tu empresa y cómo encajaría en ella.
Prescindir de la carta de presentación supone, en la mayoría de los casos, que el candidato se dedica a postularse a todas las ofertas que encuentra. Aunque hay muchos sectores en los que la carta de presentación no tiene mucha importancia, una buena carta puede decir mucho de las dotes comunicativas de una persona.
Usar la IA para todo
Es muy fácil ver cuando alguien deja en manos de la IA la responsabilidad de escribir el CV, la carta de presentación y todas las comunicaciones relacionadas con tu oferta de empleo. Parece que sus solicitudes las haya escrito un robot, ya que suelen usar palabras pomposas, pero no muestran ningún rasgo de personalidad ni hablan de logros específicos. Usar la IA para corregir un texto u ordenar las ideas resulta aceptable, pero cuando una solicitud parece falsa quiere decir que el candidato no es de los que se esfuerzan demasiado.
Evitar hablar sobre un posible traslado
Si el trabajo requiere mudarse a otra ciudad, fíjate en la reacción de los candidatos cuando se les plantea el tema. Puede que algunos sugieran trabajar desde casa y otros que ni siquiera se hayan planteado el tema. Apuesta por aquellos candidatos que respondan directamente a la cuestión de un posible traslado porque serán quienes más dispuestos estén a hacerlo.
Mentir
La gente miente más en los CV de lo que puedas creer (casi un 25 %, para ser exactos). Suelen inflar sus trabajos anteriores o exagerar su puesto en ellos. Un buen entrevistador sabrá detectar dichas mentiras pidiendo ejemplos específicos del trabajo realizado. Cuando alguien no sabe dar ejemplos claros sobre sus antiguos trabajos o cambia su historia, suele ser un indicio de que no ha sido del todo honesto.
Carecer de capacidad para comunicarse
Durante el proceso de contratación, fíjate en cómo redactan los candidatos sus correos electrónicos y en cómo se expresan por teléfono. ¿Exponen sus ideas con claridad? ¿Responden con celeridad? Si te cuesta recibir respuestas y, cuando te escriben, muestran una redacción descuidada, es difícil que cambien una vez los hayas contratado.