RRHH Digital. Nos falta madera de líder. Tanto, que la mayoría de trabajadores no piensa ni en cambiar sus actuales funciones, ni en la idea de un ascenso. Al menos así parece según los datos recogidos por Randstad Workmonitor sobre una encuesta realizada a 23.058 personas en 25 países, entre ellos España.
Una de las cuestiones que analiza este barómetro es la capacidad de liderazgo de los trabajadores: ¿son personas influyentes en su entorno? ¿Son un referente en su empresa? ¿Tienen posibilidades de promoción? Randstad, líder en soluciones de recursos humanos, ha analizado todas las cuestiones necesarias para llegar a convertirse no sólo en un profesional de éxito, sino en un cargo de responsabilidad, algo que en principio podría atraer a muchos trabajadores.
Tras analizar los datos, parece que influir en los demás o mejorar profesionalmente no se encuentran entre las prioridades de los españoles. Son pocos los que están centrados en una posible promoción, tan sólo un 14,1% de los consultados así lo reconoce, frente al 52,8% que no tiene en mente la idea de promocionar. La crisis ha puesto de manifiesto las dificultades a las que han tenido que hacer frente los directivos, a los que en muchas ocasiones se les culpa del mal funcionamiento de la empresa, así que cada vez son más los trabajadores que prefieren la estabilidad de su puesto, al estrés o las preocupaciones que acarrea un puesto de mayor responsabilidad.
Esta respuesta puede estar motivada por el hecho de que la mayoría de los consultados se encuentra feliz en su empleo y no siente la necesidad de hacer algo completamente diferente (un 47,4%). Tan sólo un 14,6% afirman que sienten la necesidad de comenzar a trabajar en algo completamente diferente. Al 38% restante no le importaría hacer algo diferente.
Quizá gran parte de este interés reside en el concepto que el trabajador tiene de si mismo. Compartir las ideas con otros compañeros, ser capaz de convencer a otras personas o involucrar a los demás son aspectos necesarios para llegar a convertirse en directivo. Aunque la mayoría se reconoce como una persona persuasiva, no cree tener la capacidad de llegar a ser un ejecutivo. Ante la pregunta de si eres capaz de convencer a otras personas, la mayoría reconoce que es capaz de persuadir al resto (en un 66,4% de consultados) frente al poco más del 5% que afirman no ser capaces de convencer a otras personas. El resto reconoce que según los casos.
Esta persuasión está directamente relacionada con la capacidad de compartir la opinión de los trabajadores. La gran mayoría afirma abiertamente que disfruta compartiendo su opinión con otros compañeros.
Pero para llegar a ser un líder, no sólo es necesario compartir la opinión y ser capaz de convencer, sino asumir ciertas responsabilidades, por ejemplo, ser la persona de contacto ante un problema. Ante la pregunta de si eres la persona de contacto en un grupo, el 42,7% reconoce que asume este papel en su grupo.
Cómo es un buen líder
Ante la dificultad de cambiar a un sector, puesto o empresa distinta, una posibilidad que tienen los trabajadores es la de intentar promocionar en su actual compañía. Para ello, el profesional debe creer firmemente en su posibilidad de convertirse en un líder y tener en cuenta las siguientes consideraciones:
1. Miembro de un grupo. El líder debe comportarse como miembro del equipo y transmitir un objetivo común al resto de personas que conforman su área o están bajo su supervisión.
2. Gran comunicador. La comunicación debe ser fluida y transparente y, por supuesto, debe primar la honestidad hacia el equipo. Esta comunicación también debe ser directa y respetuosa: los jefes autoritarios o déspotas no sólo no consiguen sacar lo mejor de sus colaboradores, sino que generan una relación de desconfianza a largo plazo y son peor valorados.
3. Motivador. El equipo se debe “empapar” de la ilusión de su directivo y debe encontrar en él un referente no sólo de su trabajo, sino de su actitud y su forma de trabajar ante el resto de compañeros.
4. Ejemplo. El líder tiene que trasladar los valores y la misión de la compañía y hacer que sus colaboradores se sientan parte importante de ella.
5. Coach. El líder debe desarrollar a sus equipos, reforzando las carencias e impulsando los puntos fuertes de cada uno de ellos para ayudarles en su promoción profesional.
6. Proactivo. La creatividad y la innovación han de ser dos pilares en la gestión del líder, como forma de anteponerse a los cambios y para estar preparados para ellos.
7. Conciliador. La persona que tiene a su cargo a un equipo no sólo debe comunicarse con ellos de forma continua y efectiva, sino promover la buena relación dentro del equipo. La comprensión a la hora de entender a los demás y la capacidad del diálogo son esenciales. El líder no impone sus opiniones, sino que convence a sus colaboradores. Estas relaciones se extienden más allá de su equipo, ya que un buen líder es además un buen creador de networking.
8. Capaz de aprender de los demás. El líder no tiene miedo a rodearse de los profesionales más aptos para aprender de ellos y conocer el mejor resultado en aquello que hacen.
9. Sabe delegar. Al no temer a sus colaboradores, el líder debe aprender a delegar y confiar en sus trabajadores a la hora de realizar el trabajo.
10. Resolutivo. Reducir los problemas a lo realmente importante y tomar decisiones asumiendo las consecuencias de sus ideas han de ser dos puntos básicos del líder. Además, ha de saber coordinar el tiempo de trabajo y eliminar aquellas tareas innecesarias.
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