El Vaticano condenó ayer la "nueva esclavitud" vinculada a la precariedad laboral y a la mala distribución de la riqueza en los países, lo cual genera grandes olas migratorias entre las naciones. El arzobispo Agostino Marcheto, secretario del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes de la Santa Sede ponderó, durante su intervención en el Encuentro Interreligioso de Oración por la Paz la necesidad de globalizar la solidaridad. En los trabajos del foro que se lleva a cabo en la ciudad italiana de Asis, el funcionario vaticano consideró que el proceso de globalización está cada vez más caracterizado por factores económicos guiados por proyectos sociales y culturales. "La dimensión humanística es a menudo olvidada o mortificada; aún más, emerge allí un gran contraste económico entre países ricos y pobres, incluso entre ricos y pobres en el interior de los países con el desgraciado fenómeno de la nueva esclavitud", indicó. Señaló que estas circunstancias obligan a muchos a dejar la tierra natal en búsqueda de fortuna y este fenómeno, dijo, cuestiona a las naciones que deben procurar una mejor distribución de los bienes de la tierra. "La Iglesia por ello lucha con la nueva esclavitud con el pensamiento y la acción, con los medios a su disposición conforme a su naturaleza y misión", reveló. El "Encuentro Interreligioso de Oración para la Paz" reunió en la ciudad de Asis por vigésima ocasión a líderes y representantes de numerosas religiones del mundo los cuales participan también de mesas redondas de reflexión. En la mesa titulada "Globalizar la Solidaridad" el secretario del dicasterio vaticano consideró como oportuno el empe;arse en humanizar el proceso globalizador mundial "antes que oponerse a él con fuerza o intentar minimizarlo". "La globalización está gradualmente reestructurando nuestro modo de vivir e influencia siempre más marcadamente las relaciones entre las personas, la vida cotidiana y el modo de pensar", continuó Marcheto. La globalización de la solidaridad -explicó- se articula con el incremento de todas las iniciativas que cuidan la dignidad de cada persona humana y se orientan al bien común universal. Entre los puntos que el clérigo consideró fundamentales al tener en cuenta con respecto a la globalización destacan: erradicar, o al menos reducir, progresivamente la pobreza en el mundo e insertar en el mercado a los excluidos. Promover la introducción adecuada de productos de países del tercer mundo en mercados internacionales, asegurar a todos el acceso a los recursos del planeta en el respeto del medio ambiente además de regular el mercado fiscal penalizando las transacciones especulativas. Agregó la necesidad de financiar el desarrollo de los países pobres de parte de los ricos y cancelar la deuda externa de las naciones menos favorecidas. "La solidaridad es un llamado a cada persona de buena voluntad y a los organismos internacionales para que se proceda hacia un nuevo orden universal en el cual el criterio guía no sea sólo el beneficio sino la búsqueda del bien común", subrayó.
El Vaticano condena la nueva esclavitud que provocan las migraciones
- Redaccion
- 6 Sep, 2006
- 12:25 am
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