Un Presidente está a punto de lograr el ascenso más dulce y tierno de su vida. No hablamos de un nuevo cargo, ni de un despacho más grande… ¡sino del título honorífico de abuelo!
Ya le han visto practicando arrullos entre reunión y reunión… Además, en su agenda empieza a haber más huecos para cuentos de buenas noches que para otras cosas…
La duda es: ¿seguirá mandando con corbata… o con babero?