Dicen por ahí que en cierta oficina del barrio, las plantas de las ventanas no solo sirven para decorar… ¡sino para espiar los movimientos del vecino!
Cada salida a comer, cada reunión sospechosa, cada café de las 10: todo queda registrado por los “espías de la planta 9”.
Una cosa está clara: en esa empresa, hasta las macetas tienen ojos.