Este CEO tan cercano, tras casi 50 años y habiéndose mudado a las afueras, ha experimentado una auténtica epifanía: la barbacoa.
Sí, la de carbón, pinzas largas y debates encendidos sobre si primero se hace el pollo o las verduras y la que ha llegado solo para satisfacer los caprichos de uno de sus hijos. A este directivo, curtido en consejos de administración y másters de liderazgo, le ha llegado ahora el curso intensivo de parrillero nivel 1. Y lo está viviendo como si fuera el primer día del MBA.
Eso sí, aún se le resiste el encendido rápido y tiene sus primeras quemaduras de guerra. Pero no hay duda: el líder domina las brasas (o lo intenta) con la misma pasión que a sus equipos. Eso sí, abstenerse vegetarianos.