Pues, aparentemente, una muy generosa…
Resulta que el centro de estudios llamó con tono de urgencia y cara de «por favor, es por los chicos», diciendo que no encuentran prácticas para tres estudiantes. La empresa decidió decir que sí. Así, sin entrevistas, sin pruebas, sin LinkedIn.
Ahora la oficina tiene tres nuevos integrantes: uno que sabe programar, otro que no sabe qué está pasando y uno que solo vino por los snacks de los viernes. Pero todos están felices. El centro educativo respira aliviado, la empresa se siente filantrópica y los becarios… bueno, ¡ellos creen que los contrataron por su talento!
Moraleja: a veces, no se trata de lo que sabes, sino de tener un centro de estudios con buen poder de persuasión.