Cierta responsable de bienestar ha pasado de promover la energía positiva a ser víctima de una baja energética literal. Últimamente se le ha visto más apagada que difusor de aceites esenciales sin enchufe: bostezos discretos, cero entusiasmo y una preocupante ausencia los lunes.
Pero lo mejor vino en un reciente evento, donde, casualmente, era ponente… y ¡zas! Se le acabaron las pilas del micrófono justo cuando empezaba su charla. ¿Coincidencia? Lo dudo…
Sea como sea, está claro que hasta los gurús del bienestar necesitan una recarga… y pilas nuevas.