La agenda de esta directora no entiende de descansos. Desde que comienza la semana, se la puede ver alternando entre trenes de alta velocidad, con paradas en Bilbao, Barcelona, y quién sabe dónde más. El ritmo no cesa: entre reuniones, eventos y un sinfín de compromisos, su jornada nunca parece terminar. Lo sorprendente es que, por más horas que pase cruzando España, no hay ni un resquicio de queja en su rostro.
En lugar de un coche oficial, ella se siente más cómoda en su asiento del AVE, y parece que no hay nada que la detenga. Envidiable, sin dudas, pero… ¡Cuidado con no quemarse!