19 de junio de 2025

Cigna Healthcare revela los nuevos mandamientos para cuidar tu piel bajo el sol extremo

Aunque aún no ha comenzado oficialmente el verano, España ya ha registrado su primera ola de calor del año, con un mayo en el que hemos vivido los días más calientes jamás registrados durante este mes.  Esta situación pone de manifiesto una tendencia climática cada vez más evidente: el verano se adelanta con temperaturas extremas e inestabilidad meteorológica. Como consecuencia, los hábitos tradicionales de cuidado de la piel deben ajustarse. Nuestra piel necesita una protección diaria, integral y adaptada a los riesgos ambientales.

En los últimos años, las condiciones meteorológicas en España muestran una tendencia hacia veranos más cálidos, prolongados y con episodios de calor extremo más frecuentes. Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), este mayo ha sido el más cálido desde que existen registros, con temperaturas medias superiores a lo habitual. Este aumento rápido y sostenido de las temperaturas, y la intensa exposición solar, genera un fenómeno conocido como estrés térmico, que afecta directamente a la piel, el órgano más expuesto del cuerpo humano.

El estrés térmico puede provocar una pérdida acelerada de agua y lípidos esenciales, y puede alterar el microbioma cutáneo (ecosistema de microorganismos que mantiene la piel saludable). Además, induce la producción de citocinas proinflamatorias y mediadores lipídicos como la interleucina-1βy la prostaglandina E2 causando picazón y causando brotes de condiciones como la dermatitis atópica y la rosácea. La exposición a temperaturas altas y al sol de forma persistente también aumenta la generación de radicales libres los cuales deterioran el colágeno y favorecen el envejecimiento prematuro.

“Las olas de calor y las temperaturas extremas prolongadas implican que la piel esté sometida a un estrés térmico constante que va más allá de la simple exposición solar. Por ello, fortalecer los hábitos de cuidado de nuestra piel es fundamental para proteger su función de barrera, mantener la hidratación y evitar daños a largo plazo. Esto requiere una rutina consistente que incluya hidratación y protección solar diaria con cremas factor SPF 50. Adicionalmente, la limpieza se vuelve indispensable. Para esto debemos utilizar productos adaptados a nuestro tipo de piel. Esto nos ayudará a evitar irritación y a preservar nuestro microbioma” explica la Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España.

Los expertos de Cigna Healthcare señalan algunos de los principales hábitos a fortalecer para mantener el cuidado de la piel durante las olas de calor:

  • Apostar por productos que fortalezcan la piel frente al estrés ambiental. El calor extremo y la contaminación generan radicales libres que dañan la piel. Ingredientes como la niacinamida fortalecen la barrera cutánea y reducen la inflamación, mientras que el ácido hialurónico aporta hidratación profunda sin sensación grasa. Los antioxidantes, como la vitamina C, ayudan a neutralizar el daño causado por estos radicales, retrasando el envejecimiento prematuro y mejorando la salud general de la piel.
  • Potenciar la limpieza suave que preserve el microbioma cutáneo. La piel está cubierta por un ecosistema natural de microorganismos que protegen contra irritaciones y enfermedades. El calor y la sudoración pueden alterar este equilibrio, por lo que es fundamental utilizar limpiadores suaves, con pH neutro y que eviten irritaciones o brotes inflamatorios, especialmente en pieles sensibles.
  • Adaptar la dieta a las condiciones de calor extremo. El estrés térmico no solo afecta la superficie de la piel, también altera el equilibrio interno del organismo. Por eso, los expertos de Cigna Healthcare recomiendan incluir en la alimentación diaria ingredientes con efecto antiinflamatorio e hidratación prolongada, como el té verde frío, el aloe vero natural o las semillas de chía hidratadas. Reducir el consumo de alimentos ultraprocesados, sal y azúcares también contribuye a mantener la piel en equilibrio y prevenir reacciones inflamatorias que pueden agravar los efectos del calor en la salud cutánea.
  • Incluir en la dieta micronutrientes que refuercen la defensa cutánea desde dentro. Determinados minerales esenciales ayudan a la piel a adaptarse al calor y reparar el daño celular provocado por el estrés ambiental. Micronutrientes como el magnesio (presente en frutos secos y legumbres), el zinc o el selenio (en semillas y cereales integrales) fortalecen la función barrera de la piel, favorecen su regeneración y mejoran la respuesta frente a los radicales libres generados por la exposición prolongada a altas temperaturas.
  • Plantear cuidados específicos para el entorno urbano: La combinación de altas temperaturas con la contaminación ambiental puede acelerar el envejecimiento y la inflamación cutánea. Por eso, incluir antioxidantes tópicos y realizar limpiezas que eliminen partículas contaminantes ayudan a minimizar estos daños, siendo especialmente importante para personas que viven en ciudades con altos índices de polución.

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