17 de junio de 2025
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La paradoja del liderazgo moderno

El liderazgo empresarial del siglo XXI se enfrenta a demandas aparentemente contradictorias. Los directivos deben inspirar a sus equipos con visión y propósito, pero a la vez cumplir objetivos productivos en entornos de alta presión. 

Deben mostrar empatía y sensibilidad humana, sin descuidar los resultados “hardcore” del negocio. Y se espera que sean altamente adaptables en un mundo cambiante, muchas veces sin la formación o soporte adecuados para ello. 

Estas tensiones configuran la paradoja del liderazgo moderno, en la cual el líder eficaz debe navegar equilibrios delicados entre fuerzas opuestas. 

1. Inspiración versus productividad

El primer equilibrio consiste en conciliar el liderazgo transformacional—que anima a través de una visión atractiva y un propósito claro—con el liderazgo transaccional o basado en tareas, que exige el cumplimiento de métricas, plazos y objetivos cuantitativos. 

Si el énfasis recae únicamente en inspirar, puede perderse la disciplina operativa; si se enfoca exclusivamente en la productividad, se corre el riesgo de desmotivar al equipo y sacrificar la creatividad necesaria para la innovación.

Los directivos carismáticos fomentan la innovación y la cultura de proyecto, pero a veces no cumplen plazos ni ajustes presupuestarios. La prioridad está en la visión global, y sin sistemas de control rigurosos, las entregas se dilatan.

¿Cómo integrar la visión y la ejecución?

Traducir la visión en metas bien definidas: Una visión inspiradora debe descomponerse en objetivos operativos únicos. Cada tarea diaria se conecta con un propósito mayor, de modo que el equipo comprenda cómo su trabajo impulsa la estrategia.

Liderazgo ambidiestro (dual): Combinar comportamientos de líder transformacional—que motiva e ilustra el panorama global—con prácticas de gestión estructuradas (fijación de objetivos, seguimiento de KPIs). La matriz de Blake y Mouton propone el “liderazgo de equipo” como un estilo que equilibra alto enfoque en personas y resultados.

Feedback y ajuste continuo: Monitorear tanto el clima del equipo como los indicadores de rendimiento. Si la moral baja, reforzar las iniciativas motivacionales; si las entregas se atrasan, aplicar mayor disciplina operativa. La flexibilidad para cambiar el estilo de liderazgo según la situación es esencial.

La cuestión es que no se trata de enfrentamientos entre inspiración y eficiencia, sino de complementariedad: empleados inspirados incrementan su rendimiento y compromiso.

Y, en este sentido, los modelos de liderazgo transformacional muestran que “infundir energía” y “conseguir eficacia” van de la mano cuando el propósito está claro.

2. Empatía versus presión por resultados

La segunda paradoja enfrenta la necesidad de empatizar con colaboradores y comprender su realidad—habilidad asociada a la inteligencia emocional—con la urgencia de exigir metas ambiciosas para garantizar la rentabilidad. 

Un liderazgo exclusivamente autoritario (“producir o perecer”) y centrado en números acostumbra a generar un clima tóxico y rotación de personal; por el contrario, una indulgencia extrema basada en la empatía sin exigir responsabilidad tiene el riesgo de diluir la disciplina y afectar los resultados.

Estrategias para conciliar empatía y resultados

Empatía activa con responsabilidad: Implica indagar las causas de un bajo desempeño (carga de trabajo excesiva, dificultades personales, falta de recursos) y ofrecer apoyo (reajuste de tareas, capacitación) mientras se establecen metas y plazos claros para mejorar. 

Fomentar la seguridad psicológica: Amy Edmondson (Harvard) define la seguridad psicológica como el entorno donde los miembros pueden expresarse sin temor a represalias, lo que mejora el aprendizaje, la innovación y el compromiso. Los líderes empáticos crean este clima escuchando sin juzgar y alentando la discrepancia constructiva. Empresas como Google con su estudio de Proyecto Aristóteles confirman que los equipos con alta seguridad psicológica superan con creces sus metas de proyecto y retienen talento.

Medir y recompensar comportamientos empáticos: Adoptar en los indicadores de desempeño variables de clima laboral, satisfacción interna y retención de talento, además de KPIs financieros. Por ejemplo, Salesforce incorporó métricas de bienestar de equipo en la evaluación de sus ejecutivos, junto con datos de ventas, incentivando un liderazgo equilibrado.

3. Adaptabilidad frente a falta de formación adecuada

La tercera tensión surge del entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) que obliga a los líderes a adaptarse rápidamente—reajustar estrategias, incorporar tecnologías, reconfigurar equipos—sin disponer de la formación adecuada. 

Muchas organizaciones promueven el liderazgo por méritos técnicos, ascendiendo a expertos a posiciones de gestión sin ofrecerles capacitación en habilidades adaptativas: gestión del cambio, metodologías ágiles o herramientas digitales. El resultado es que los directivos improvisan, cometen errores que suelen costar bastante dinero (y algo más) y generan desgaste en sus equipos.

Desarrollando la adaptabilidad

Invertir en formación continua de liderazgo adaptativo: Las organizaciones avanzadas reconfiguran sus programas de desarrollo directivo para abarcar habilidades de gestión del cambio, metodologías ágiles, transformación digital y resiliencia. 

Mentoría y aprendizaje entre pares: No todas las habilidades se adquieren en un aula. La mentoría de líderes veteranos, junto con comunidades de práctica, facilita la transferencia de conocimientos. 

Fomentar la mentalidad de crecimiento (growth mindset): Basado en Carol Dweck, este enfoque ve las habilidades como desarrollables a través de esfuerzo y retroalimentación. Se promueve el lema “fail fast, learn faster” en proyectos tecnológicos, permitiendo iteraciones ágiles y tolerancia razonable al error. 

Cerrar la brecha entre adaptabilidad exigida y falta de formación requiere un planteamiento organizacional: destinar recursos a programas de educación continua, mentoría y espacios de experimentación. 

Si no se hace, los líderes improvisan y generan costes adicionales, pero al proveerse apoyo, la adaptabilidad deja de ser retórica para convertirse en una habilidad cultivada.

Concluyendo

La paradoja del liderazgo moderno no consiste en elegir entre polos opuestos, sino en integrar dinámicamente esas polaridades para generar sinergias. Los líderes más efectivos practican el “Both/And Thinking” (pensamiento tanto/como), que conjuga:

  • Visión y ejecución: Traducir la misión en metas operativas.
  • Empatía y exigencia: Practicar empatía activa y, simultáneamente, mantener estándares elevados.
  • Adaptabilidad y formación: Desarrollar competencias adaptativas mediante programas estructurados y mentoría.

Puedes aprender más y obtener recursos para ser un líder adaptable aquí.

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