5 de mayo de 2024
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La formación en Seguridad del Paciente es una necesidad cada día más evidente

RRHH Digital Vivimos en un tiempo de paradojas y contrastes. Por un lado, nuevos  conocimientos y avances técnicos ponen sofisticados tratamientos al alcance de la población como nunca antes había ocurrido. Por otro lado, los medios de comunicación y la población asisten perplejos a informaciones sobre “errores médicos”, como errores graves de medicación, intervenciones quirúrgicas en lugar erróneo o infecciones adquiridas en los hospitales. El éxito y el fracaso se presentan hoy día como dos caras de la misma moneda.

La Seguridad del Paciente es una nueva disciplina que se encarga del estudio y prevención de los efectos adversos evitables que se producen en los pacientes como consecuencia de la atención sanitaria. La Organización Mundial de la Salud lo define como “la reducción del riesgo de daños innecesarios y de daños potenciales, relacionados con la atención sanitaria hasta un mínimo aceptable”.

Exploraciones diagnósticas y tratamientos quirúrgicos o farmacológicos, consiguen resultados clínicos impensables hace años, pero  en ocasiones producen efectos no deseados para los pacientes en forma de daño. Cuando este daño se produce, y no es consecuencia de la enfermedad del paciente sino de la actuación médica, se conoce como efecto adverso o evento adverso.

Los eventos adversos pueden ser evitables o no evitables. Siempre que se produzca un error humano o fallo en el funcionamiento de los sistemas se considera que el evento adverso es evitable. Los eventos adversos evitables se producen por errores humanos, por fallos o mal diseño de los procesos asistenciales y  por factores contribuyentes.

Un ejemplo cotidiano nos puede hacer entender mejor la diferencia entre  estos conceptos. Una prescripción escrita a mano por un médico, que sea ilegible, incompleta o ambigua puede hacer que el paciente termine tomando un medicamento equivocado o  una dosis no adecuada. En este caso la prescripción ilegible es un error del médico, también es un factor contribuyente a que se produzca un error en la dispensación y en la administración del medicamento. Pero también es un fallo del sistema, que conociendo que estos errores son frecuentes, debería tener implementado un programa informatizado de receta impresa con alertas sobre dosis máximas.

Con frecuencia, cuando se produce un evento adverso, se encuentran mezclados, errores humanos, fallos del sistema y otros factores que contribuyen a que estos se produzcan.

La primera y principal consecuencia de los eventos adversos es el sufrimiento humano delospacientes, pero no es la única. Las consecuencias económicas para los sistemas de salud y la sociedad son muy importantes: prolongación de estancias hospitalarias, necesidad de pruebas y tratamientos adicionales, bajas laborales e indemnizaciones.

Los centros pierden credibilidad y los profesionales sanitarios también sufren las consecuencias, y es que, aunque existen errores humanos, la mayoría de los eventos adversos no se producen por negligencia o falta de celo de los profesionales, sino que están más vinculados a la complejidad de los procesos, la presión asistencial y los fallos de  sistemas. Tanto es así, que a los profesionales se les considera la segunda víctima.

Aunque he comenzado afirmando que es una nueva disciplina, la preocupación por la seguridad es muy antigua. Hipócrates (460 a.C) expresa la necesidad de que el médico no solo debe ayudar sino que ante todo no debe hacer daño: “primum non nocere”.
En los 10 últimos años se ha producido una concienciación creciente, tanto a nivel de los profesionales sanitarios, como de los ciudadanos y  gestores. Los estudios epidemiológicos, el informe Toerrishuman, y el lanzamiento de la estrategia de la Organización Mundial de la Salud sobre la Seguridad del Paciente han sido los catalizadores.

En los Estados Unidos, se publicó en  1999  el informe delInstitute of Medicine titulado Errar es humano (Toerris human: building a saferhealthsystem). Este informe supuso un hito en el sentido de introducir los riesgos asistenciales en la agenda política y conseguir que estos problemas pasaran a formar parte del debate público mundial.Propone un cambio sustancial: sustituir la cultura de la ocultación y la culpa por la cultura de la comunicación y del aprendizaje de los errores.
En 2004 la Organización Mundial de la Salud (OMS)lanzó la Alianza Mundial para La Seguridad de los Pacientes. La estrategia de la OMS incluye programas y herramientas que han llevado a que paísesy organizaciones sanitarias aborden la gestión de riesgos sanitarios dentro de sus políticas sanitarias.

El objetivo fundamental de los estudios sobre Seguridad del Paciente es medir el daño. A partir del daño se estudian las variables que intervienen (riesgos del paciente, errores humanos, fallos del sistema, consecuencias para los pacientes, etc.). Se puede investigar con profundidad, caso a caso, con una investigación cualitativa, cuyas fuentes de datos pueden ser las reclamaciones o los Sistemas de Notificación de Incidentes.Nos informa  sobre un caso concreto: ¿qué pasó?, ¿cómo pasó? o ¿por qué pasó? 

También tenemos a nuestro alcance la investigación cuantitativa, cuyas fuentes de datos están en las Historias Clínicas, y cuya metodología son los estudios epidemiológicos. Este enfoque nos dará una información de una muestra sobre ¿qué pasó?, ¿dónde pasó? O ¿cuántas veces pasó? para comprender, hecha la inferencia, lo que ocurre en una determinada población.

Ambos tipos de estudios son necesarios, la investigación cualitativa para el aprendizaje a nivel local, y la investigación epidemiológica para obtener una visión global del problema.

El estudio epidemiológico pionero en el mundo fue el Harvard Medical PracticeStudy, que estimó la incidencia de daños iatrogénicos en Hospitales de Nueva York en 1984.

Siguieron estudios en Australia, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda, Francia, y en otros muchos países del primer mundo.
Nos interesa señalar el estudio ENEAS, realizado en España y el estudio iberoamericano IBEAS,  resultado de la colaboración entre la OMS, la OPS, y los Ministerios de Salud  de España ,Argentina, Colombia, Costa Rica, México y Perú.
El estudio ENEAS en hospitales españoles presenta una incidencia de eventos adversos de 8,4% de los pacientes hospitalizados, de los que 16% son graves y el 42% se consideraron evitables. Estas cifras son similares a las presentadas por otros estudios europeos.

El estudio IBEAS la prevalencia de pacientes con EA hallada en el estudio fue de un 10,5% de los que casi el 60% fueron evitables.

A nivel operativo, la estrategia de seguridad y gestión de riesgos sanitarios debe concretarse en prevenir los eventos adversos, hacerlos visibles y mitigar sus efectos cuando estos ocurren.

Crear una cultura de seguridad en profesionales sanitarios y pacientes ha sido señalado como la primera de las  recomendaciones para mejorar la Seguridad del Paciente.Pero, ¿qué es una cultura de seguridad del paciente?
Un equipo con cultura de seguridad se caracteriza porque comparte la creencia de que las cosas pueden fallar,  gestiona  los riesgos,  se comunica de forma  leal y abierta y desarrolla una atención centrada en las necesidades  de los pacientes.
La comunicación entre profesionales es tan importante que en un 70% de los eventos centinela (eventos adversos muy graves) se encontraron fallos de comunicación (JointCommission)

Estos principios deben estar presentes no solo cuando se presta asistencia, sino también cuando se establecen objetivos, se diseñan  procesos y se adquieren nuevos productos y equipos.

Estudiar qué es lo que falló en el sistema y hacer que las organizaciones aprendan para  minimizar la recurrencia, forma también parte de la cultura de seguridad de una organización.
En resumen,la cultura de seguridad debe estar presente en la misión, visión y valores de la organización, en sus objetivos y en la actividad diaria.

Un cambio transcendental en el abordaje de los riesgos derivados de la atención sanitaria es que actualmente se pone más  énfasis en mejorar las deficiencias en sistemas y  procesos, que en los errores humanos derivados de las decisiones de los profesionales. Y, es que, estudios como el de Utah y Colorado en EEUU mostraron que el 75% de los efectos adversos presentaronalgún fallo en los sistemas.

No existe una formación específica en el Pregrado de los profesionales sanitarios sobre disciplinas como la comunicación, la calidad y la seguridad, esta formación debe adquirirse en el Posgrado. En un entorno de creciente complejidad asistencial, con múltiples especialidades, sofisticación tecnológica, y una alta demanda social de participación de los pacientes en las decisiones clínicas, esta formación específica es una necesidad cada día más evidente.

La Seguridad del Paciente es considerada hoy como la dimensión fundamental de la calidad asistencial. Sin seguridad no se puede hablar de atención sanitaria de calidad.

Los efectos adversos de la atención sanitaria eran considerados como “el precio a pagar por los modernos métodos diagnósticos y terapéuticos” (Barr 1955), pero deberíamos  considerarlos como eventos evitables en gran medida, consecuencia de riesgos que deben ser gestionados. Para ello disponemos hoy día de herramientas y posibilidad de formación.

 

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