26 de septiembre de 2025

Igualdad de género, un modelo en el que hombres, mujeres y empresas ganan

INES ECH IGUALDAD

Vivimos en una sociedad que tiende a polarizar. Especialmente el debate de género, que durante años se ha planteado como una batalla: si ellas ganan, es porque ellos pierden. Pero esta idea, además de equivocada, es profundamente limitante. La igualdad no es un juego de suma cero. Cuando dejamos atrás los roles rígidos, se abre un círculo virtuoso en el que hombres y mujeres ganamos en libertad, autenticidad y bienestar. Y las empresas, en innovación, talento y prosperidad.

Arrastramos siglos de historia en los que la educación ha sido distinta en función del género: las mujeres eran educadas para cuidar y los hombres para proveer. Aunque esta realidad ha ido evolucionando, seguimos atrapados en inercias que a ambos nos limitan.

Los hombres cargan con la presión psicológica de “tener que” ser fuertes, exitosos y autosuficientes. Según Promundo Global, el 70% reconoce sentir esa exigencia de rendimiento y control. No es casual que muchos teman pedir una reducción de jornada para cuidar de su familia. El miedo a “no dar la talla”, a ser juzgados o a incumplir con lo que se espera de un “buen hombre” sigue muy presente. Esa tensión se traduce en estrés crónico, soledad emocional y una desconexión de sus afectos.

Las mujeres lo tienen si cabe más complicado aún. Se topan con techos de cristal, con falta de reconocimiento y con sobrecargas en el hogar. Según datos de la OCDE dedican de media el doble de horas que los hombres a las tareas domésticas y de cuidados, incluso cuando trabajan a jornada completa.

El resultado son familias que se resquebrajan bajo la rigidez de los roles —el “divorcio postvacacional” que cada septiembre llena titulares es un buen termómetro— y empresas atrapadas en estilos de liderazgo jerárquicos que no responden a los actuales retos. En este escenario nadie gana.

Las consecuencias de perpetuar estereotipos de género son claras. En los hombres se traducen en soledad, estrés y dificultades para conciliar y disfrutar de la vida más allá del trabajo. En las mujeres, en carreras profesionales frenadas, salarios más bajos y frustración en entornos que no reconocen su talento. Y en las empresas, en innovación bloqueada, fuga de talento y conflictos internos que lastran la competitividad.

La gran oportunidad

La igualdad es una ventaja competitiva para cualquier organización que aspire a prosperar. Según McKinsey, los equipos ejecutivos diversos en género tienen un 21% más de probabilidades de generar beneficios. ¿Qué ocurriría si viéramos la igualdad como una liberación mutua?

Los hombres podrían quitarse la armadura de “tener que ser siempre el proveedor perfecto”, estar presentes, pedir ayuda y disfrutar de la crianza o la vida familiar sin por ello ser juzgados. Las mujeres desplegarían su talento sin la necesidad constante de justificarlo. Y las empresas se nutrirían de la innovación, la creatividad y el compromiso que surgen en entornos diversos y auténticos.

¿Por qué no lo hacemos?

Porque cambiar da miedo. La imagen de un “buen hombre” o una “buena mujer” que durante siglos de historia ha dibujado el inconsciente colectivo pesa. Pesa mucho. Tenemos miedo a no ser suficientes, a no cumplir expectativas, a no encajar. El juicio y el autojuicio paralizan el cambio. La paradoja es que, cuando nos damos permiso para cuestionar estos roles y desafiarlos, lejos de perder, sucede todo lo contrario.

Un nuevo relato para cambiar la realidad

Superar la polaridad en el debate de género exige un cambio cultural que solo se logra paso a paso. Implica revisar creencias heredadas que ya no nos sirven, desactivar miedos que nos frenan, normalizar nuevos referentes masculinos y femeninos —flexibles y auténticos— y ser valientes para empezar a cambiar conductas.

Este cambio solo es posible si nace del “quiero”. Por eso, en Uttopy defendemos que para conseguir la transformación cultural es necesario cambiar el relato. En el ámbito empresarial, las formaciones y las acciones de sensibilización son algunos de los recursos clave que permiten avanzar hacia la igualdad real.

Liderazgo inclusivo como motor

La igualdad de género es una oportunidad para construir sociedades prósperas. Está íntimamente relacionada con la innovación y el talento. Por eso, cada vez son más las grandes empresas que promueven un liderazgo inclusivo. Un liderazgo que, en lugar de dividir, integra. Un liderazgo que reduce tensiones, libera talento y genera riqueza.

Para los líderes de hoy, la responsabilidad es clara: no se trata solo de gestionar equipos, sino de crear las condiciones para que hombres y mujeres se liberen de los roles que limitan su potencial. Ahí está la verdadera ventaja competitiva.

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