Cada vez es más evidente que la jornada laboral parece no terminar nunca y arranca antes de que nos sentemos frente al ordenador. Correos a primera hora, reuniones encadenadas, notificaciones constantes y mensajes que llegan bien entrada la noche. La sensación de no poder desconectar se ha convertido en parte de la rutina para millones de personas. No es extraño que casi la mitad de los trabajadores afirme que su día a día se ha vuelto caótico y demasiado fragmentado.
Los datos de una investigación de Microsoft, continuación del Índice de Tendencias Laborales de 2025 (WTI por sus siglas en inglés), basada en billones de señales de productividad, agregadas y anonimizadas de Microsoft 365 a nivel global reflejan con claridad esta realidad: un empleado de media recibe 117 correos electrónicos al día y 153 mensajes de Teams, lo que lleva al trabajador a ser interrumpido cada dos minutos durante sus horas de mayor concentración. La consecuencia es un desgaste que afecta tanto al bienestar como a la productividad.
Ante este panorama, la IA se presenta como un motor de cambio tangible y duradero para las empresas. Esto es algo que la mayoría de líderes empresariales ya tienen en cuenta, un 82% a nivel mundial que 2025 es un año clave para replantear la estrategia y las operaciones con IA, según el WTI. Es por ello que en Microsoft estamos convencidos de que la IA será realmente transformadora si se incorpora de forma integrada en el ecosistema de trabajo diario. Debemos usar la IA y, en particular, los agentes de IA, para rediseñar el ritmo de trabajo y devolver a las personas el tiempo y el foco que necesitan.
A nivel local, en España, el 89% de los directivos planea incorporar agentes de IA en los próximos meses, el porcentaje más alto de Europa. Y no es casualidad, el talento humano necesita apoyos que descarguen tareas repetitivas y liberen energía para lo que realmente marca la diferencia. Hablamos de automatizar procesos gracias a la creación de equipos donde personas y agentes colaboren de forma natural.
Este cambio se traduce también en la aparición de un nuevo modelo organizativo que llamamos, “Frontier Firms” (empresas frontera), organizaciones pioneras que han integrado la IA de forma profunda y generalizada en todas sus operaciones, convirtiéndola en el núcleo de su capacidad productiva. Estas organizaciones integran de manera estructural a la IA y diseñan sus procesos en torno a esta colaboración entre personas y tecnología. Pero no se trata sólo de adopción de herramientas: el objetivo último es reimaginar la forma de trabajar, reorganizar sus equipos con mayor agilidad y operar con una capacidad de adaptación mucho mayor que las estructuras tradicionales.
Al integrar agentes de IA (que podríamos definir como programas especializados en determinados procesos o funciones basados en IA) de forma amplia con los equipos tradicionales surge un nuevo rol, el responsable de agentes, cuya misión consiste entrenar, supervisar y orientar a estos sistemas para que trabajen alineados con los objetivos de la organización. No hablamos de futuro, de hecho proliferan casos donde un equipo combina trabajadores con agentes que recopilan datos, analizan información y redactan informes de manera automática. El resultado es más tiempo para pensar, decidir y crear.
Para avanzar hacia esta realidad, conviene tener en cuenta tres principios. Primero, aplicar la regla del 80/20, lo que conlleva asignar a los agentes esas tareas repetitivas que consumen el 80% del tiempo y liberar a las personas para el 20% que realmente genera impacto. Segundo, adoptar un modelo de Work Chart, en el que los equipos se organicen en torno a objetivos concretos y no únicamente en estructuras rígidas por funciones. Y tercero, empoderar a cada empleado para que pueda convertirse en responsable de agentes, porque la verdadera transformación se realizará con el trabajo conjunto de perfiles especializados y el resto de la plantilla en colaboración con estos sistemas.
Esto supone diferentes retos para las organizaciones: el principal implica adaptarse al nuevo entorno, habilitando formación accesible y práctica, ya que en la actualidad la mayoría de empleados no se sienten preparados para trabajar con IA y gestionar agentes. De hecho, a futuro, cada empleado no sólo incorporará IA en sus tareas diarias, sino que se convertirá en un manager de agentes (de la misma forma que hoy utilizan determinados programas para su labor profesional) y es necesario determinar qué tareas asumen los agentes y cómo se evalúa su desempeño, e igualmente el rendimiento de los equipos mixtos de personas gestionando agentes.
En todo este proceso, la función de RRHH tiene un papel fundamental adaptando los equipos para que los agentes de IA sean el verdadero apoyo para que el talento humano se amplifique y que la IA se convierta en una herramienta que nos ayude a recuperar jornadas más humanas, sostenibles y productivas.