En la actualidad, fichar talento es más parecido a cultivar que a cazar. Puedes plantar las mejores semillas -contratar a profesionales con currículums brillantes-, pero si no preparas el terreno cultural, lo que coseches puede ser decepcionante.
En plena era de la inteligencia artificial generativa, la agilidad organizativa y la disrupción constante, las competencias técnicas ya no son el único factor crítico. La forma en que una persona piensa, se adapta, colabora y afronta el cambio pesa tanto (o más) que lo que sabe. Porque lo que sabe puede quedar obsoleto en cuestión de meses; su mentalidad, en cambio, es lo que determinará su futuro y el tuyo.
El fin del mito del “experto”
Durante décadas, muchas empresas han creído que la clave estaba en contratar al mejor técnico disponible. Sin embargo, modelos como The Geek Way, impulsado por Andrew McAfee (MIT), muestran que las organizaciones de alto rendimiento se sustentan en cuatro pilares culturales: la velocidad en la ejecución, las decisiones basadas en datos, la comunicación abierta y asertiva y, por último, la responsabilidad con máxima delegación y confianza.
En ese contexto, valores como la integridad, la humildad productiva y la orientación a resultados son tan importantes como saber programar, vender o liderar.
El error más caro: contratar por CV, despedir por cultura
El mercado laboral está lleno de historias de fichajes estrella que no encajan. Personas con un historial impecable que, al poco tiempo, chocan con la cultura interna: problemas de ego, resistencia al feedback o dificultad para colaborar. El coste no aparece en la hoja de presupuesto, pero sí en la moral del equipo y en la productividad.
Por eso, ahora, el verdadero diferencial está en evaluar no solo lo que un candidato sabe hacer, sino cómo lo hará en tu empresa, con tu gente y en tu cultura.
Prepara el terreno cultural antes de fichar
Muchos directivos invierten grandes esfuerzos en selección sin haber alineado previamente a su equipo actual en la cultura deseada. Es como sembrar sin labrar el terreno: la semilla no arraiga. ¿Cuántas veces ha ocurrido que una persona que llegaba con ímpetu, frescura y aires de novedad ha quedado engullido y neutralizado por la cultura imperante?
Antes de incorporar nuevo talento a tu organización, asegúrate de haber preparado el terreno para que la nueva flor que has de plantar no quede engullida por la maleza:
- Identifica quién de los actuales empleados encaja con la nueva cultura deseada.
- Detecta quién puede adaptarse con formación y acompañamiento.
- Reconoce y actúa sobre quienes nunca se alinearán.
Por eso, encontrar a un partner que pueda acompañar a tu organización en este proceso es fundamental. Busca a una compañía que pueda ayudarte a que todos se adapten, si existe autoconciencia, compromiso y voluntad de cambio. Los que no la tengan, quedarán fuera. El resto merecen inversión en desarrollo, no solo en habilidades técnicas, sino también en competencias, actitudes y valores.
Contrata para la cultura que quieres, no para la que tienes
Si estás transformando tu organización hacia un modelo más ágil, más abierto o más centrado en el cliente, asegúrate de que el nuevo talento sea un acelerador de ese cambio. Pregúntate si tus empleados -o tus candidatos- comparten los valores y propósitos empresariales.
Además, es importante contar con perfiles adaptativos, que valoren la transparencia y sepan abordar la crítica y el aprendizaje. La experiencia, si no viene acompañada de humildad y adaptabilidad, puede convertirse en un ancla. Y las entrevistas técnicas, por sí solas, no predicen encaje cultural: apuesta por dinámicas de grupo, simulaciones y entrevistas por valores.
Culture add vs. culture fit
Cuando el grupo ya está en transición, incorporar personas alineadas con la nueva dirección acelera el cambio. No busques solo que encajen (culture fit), busca que aporten algo nuevo y valioso (culture add).
En un mundo donde la tecnología lo automatiza todo, la ventaja competitiva está en las personas que saben aprender, colaborar y crecer en entornos inciertos. Las empresas que entienden esto no solo fichan bien; desarrollan mejor.