23 de julio de 2025

¿Dónde te ves en 10 años?

Esta es la típica pregunta de una entrevista de trabajo que se suele hacer para evaluar si las ambiciones profesionales del candidato se alinean con la posición y la empresa por la que postula. En la respuesta, siempre se recomienda ser realista y mostrar interés por el crecimiento dentro de la organización.

Sin embargo, en los tiempos que corren de cambio de paradigma en el mercado laboral, de convivencia de múltiples modelos de trabajo, de flexibilidad, dispersión y poco control dentro de las empresas ¿es posible hablar de realismo en este momento de gran incertidumbre y volatilidad?

En el reciente congreso de AEDIPE (Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas) sobre el “Trabajo del Futuro y el Futuro del Trabajo”, emprendedores jóvenes, de entre 22 a 30 años, hablaron de realidades como la alta tasa de paro juvenil, de los bajos sueldos, del poco tiempo que les dedican las empresas a enseñarles y potenciar su talento, así como de la importancia del tiempo libre, la conciliación, la flexibilidad y la libertad. Dan mayor relevancia al propósito y la conexión humana más que la carrera profesional, al beneficio y la productividad. “El éxito es el poder despertarte cada mañana y disfrutar de lo que haces con las personas más adecuadas”, decía uno. “A mí lo que mueve es el propósito”, añadía otro.

De cómo los jóvenes se ven en una década, Sergio Conejo, emprendedor y CEO de WorkSible, resaltó la movilidad, la flexibilidad en el tiempo y el trabajo por objetivos: “Cualquier persona estará en cualquier parte del mundo. Se empezará a distintas horas en horario asíncrono y trabajo por objetivos. Serán personas que aporten valor a la empresa en oficinas más abiertas compartiendo valores y con más libertad”.

Para Francisco Fernández, co fundador de Tres a TOPe, “el contacto humano seguirá siendo fundamental en un entorno de total flexibilidad”, a lo que habrá que añadir, según el joven psicólogo y consultor Álvaro Rovira, “la creatividad en el trabajo, porque ahí es donde empieza la felicidad de las personas”.

Fenómeno Splash

Estos jóvenes tienen ante sí el fenómeno Splash, ese sonido onomatopéyico que en los dibujos animados se asocia a un tortazo o golpe que, en este caso, es de realidad. Su reto es despertar y atreverse a cambiar lo que no funciona por lo que sí. En ese proceso hay cinco claves: evolución, esencialismo, excelencia, reinvención y actitud. La evolución es el cambio, como forma de seguir aprendiendo (ser un aprendiz continuo) para adaptarse a las nuevas circunstancias. El esencialismo es poner el foco en aquello realmente importante y dejar de lado lo demás. La excelencia es la forma de afrontar el error y manejar la incertidumbre. La reinvención trata de hacer cosas diferentes que generen cambios en la vida de cada uno. Y, finalmente, la actitud es la manera de afrontar todo eso.

Las empresas también tendrán su propio fenómeno Splash y su adaptación a la nueva realidad será crucial. Los jóvenes ya demandan que se comuniquen en su lenguaje, algo que todavía cuesta en muchas organizaciones. Los mensajes y las ofertas de empleo deben adaptarse a los nuevos medios y las redes sociales y a su perfil más audiovisual.

Este es el primer paso para poder conectar con las personas, una pieza clave para estimular la motivación y el talento. “Dar primero para recibir después”, como decía el joven psicólogo y consultor, en su petición a los directores de recursos humanos para atraer talento. Y dedíquenles tiempo porque, si no, los recursos humanos perderán su esencia y a sus empleados más talentosos.

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