Durante décadas, la flexibilidad laboral fue entendida y gestionada como una palanca táctica para optimizar tiempos, reducir los desplazamientos o facilitar la conciliación. Sin embargo, en el mundo del trabajo actual, profundamente transformado por la digitalización, la irrupción del trabajo híbrido (o remoto) y las nuevas expectativas generacionales, la flexibilidad ha mutado en algo mucho más estratégico: una expresión concreta del tipo de relación que las compañías están dispuestas a construir con las personas que forman parte de ellas.
La flexibilidad, en este nuevo paradigma, no es simplemente un beneficio. Es algo así como una promesa. Una declaración cultural que, bien entendida, puede convertirse en el principal motor de bienestar real, fidelización del talento y sostenibilidad organizacional a largo plazo.
Según el reciente informe The Great Workplace Study de Gallup, sólo el 23% de los empleados a nivel mundial afirma estar comprometido con su trabajo. Sin embargo, entre aquellos que declaran tener acceso a políticas de flexibilidad integral, ese porcentaje se duplica. La razón es clara: sentirse escuchado, respetado y libre para adaptar la vida profesional a las propias necesidades y aspiraciones crea un vínculo emocional con la organización que trasciende la lógica del contrato laboral tradicional.
En L’Oréal Groupe, asumimos hace ya más de una década que el bienestar y la flexibilidad debían ocupar un lugar central en nuestra propuesta de valor al empleado. No como un gesto reactivo, sino como una dimensión estructural de nuestro modelo de liderazgo. Así nació Share & Care, nuestro programa global de beneficios, que en 2025 celebra su 12º aniversario. Concebido mucho antes de que la conversación global sobre salud mental, protección financiera o conciliación estuviera normalizada, Share & Care articula hoy su impacto en torno a cuatro grandes pilares: protección financiera, salud física y emocional, equilibrio personal-profesional y entorno laboral.
A él se suma GO WELL, otra iniciativa de L’Oréal Groupe para impulsar un bienestar tangible y proactivo. Desde servicios de fisioterapia en nuestras sedes, sesiones individuales con health coaches o programas de deporte inclusivo, hasta plataformas digitales de autocuidado, el objetivo es claro: democratizar el acceso al bienestar, acompañando a cada persona con herramientas concretas, personalizables y sostenibles en el tiempo.
Estos esfuerzos no son meramente cualitativos. Nuestra última encuesta de clima interno refleja una mejora del 6% en el indicador general respecto al año anterior, con especial crecimiento en los ítems relacionados con el respeto al individuo y la conciliación. Lo que estamos observando es que cuando el bienestar se integra como parte del modelo de liderazgo —y no como un apéndice de Relaciones Humanas—, el clima laboral se convierte en un activo competitivo real.
La verdadera flexibilidad no reside únicamente en poder elegir desde dónde o a qué hora se trabaja. Reside, también, en poder decidir quién quieres ser dentro de tu empresa. Y esa es, quizá, una de las formas más profundas de bienestar: la que permite construir una trayectoria profesional alineada con tu propósito vital, sin tener que abandonar la organización para evolucionar.
Este es el corazón de nuestro modelo de desarrollo en L’Oréal. Fomentamos una cultura de movilidad interna entre funciones, marcas, divisiones y países, que permite a cada persona rediseñar su carrera profesional de forma continua. No ofrecemos itinerarios cerrados, sino ecosistemas de oportunidades. Porque creemos que las trayectorias no deben responder a moldes organizativos, sino a realidades humanas.
En paralelo, herramientas como el Growth Portfolio permiten a cada empleado identificar sus skills actuales y proyectar las que desea desarrollar, alineando sus ambiciones con las necesidades estratégicas del negocio. El resultado es una organización más fluida, más ágil y más humana.
Esta visión está en plena sintonía con lo que el mercado demanda. Según el último estudio global de LinkedIn (Workplace Learning Report, 2024), el 93% de los profesionales afirman que permanecerían más tiempo en una empresa que invierte en su aprendizaje y desarrollo.
Por supuesto, me gustaría mencionar que nada de esto sería posible sin una transformación paralela en los estilos de liderazgo. En un entorno donde los desafíos son cada vez más complejos y cambiantes, ya no basta con tener managers técnicamente competentes. Necesitamos líderes capaces de leer el contexto emocional de sus equipos, facilitar espacios de conversación significativa y co-crear soluciones que respeten la diversidad de trayectorias y ritmos de vida.
Hoy, las personas no solo buscan un lugar donde recibir una retribución justa. Buscan un espacio donde puedan desarrollarse, sentirse bien, ser escuchadas y poder elegir. En este contexto, la flexibilidad se convierte en la nueva infraestructura emocional de las organizaciones que quieren seguir siendo relevantes.
Apostar por ella —desde el bienestar integral hasta la movilidad de carrera y el liderazgo empático— no es solo una decisión de gestión de personas. Es una declaración de futuro. Una forma de decir: estamos dispuestos a construir un lugar donde tú también puedas elegir crecer.
Porque cuando una organización ofrece flexibilidad con propósito, lo que está ofreciendo no es solo un beneficio. Está ofreciendo confianza. Y eso, en un mundo en transformación, es el mayor activo que se puede tener.