Si algo nos quedó claro tras la pandemia es que la salud importa.
En los últimos 5 años acompañando a líderes y a sus equipos, he sido testigo de cómo, en general, hemos mejorado en concienciación sobre el cuidado de la salud, principalmente a nivel físico y mental. Y, derivado de ese creciente interés general, en los últimos años la economía global del bienestar ha ido en aumento. Según el Global Wellness Institute (GWI) durante el 2023 alcanzó 6,3 billones de dólares, estimándose un crecimiento anual estimado entre el 7 y el 8,6% del PIB Mundial y pudiendo llegar en 2028 a los 9 millones de dólares.
El turismo de la salud, el real estate enfocado al bienestar o servicios relacionados con el bienestar son sectores en pleno auge.
Lo cierto es que esas mismas personas que nos preocupamos por nuestra salud y que consumimos bienestar en nuestro tiempo libre también buscamos en los tiempos de ocupación, es decir, en el tiempo de trabajo, soluciones que contribuyan a fortalecer estos pilares vitales. Y, por eso, hoy el bienestar es una de las razones que más impacto está teniendo para la fidelización del talento en las Organizaciones, y también para fortalecer el compromiso de los equipos, y para mejorar la productividad. Lo dicen los datos, pero también mi experiencia.
Sin ánimo de entrar en la negatividad, en la actualidad nos encontramos con los peores datos de la historia en el entorno laboral en cuanto a absentismo laboral, enfermedad mental y falta de productividad.
En el último informe realizado por Umivale Activa y el Ivie (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) y presentado el pasado mes de junio, se pone de relieve el creciente absentismo por motivos de salud en los últimos cinco años (un incremento del 43% desde 2018), en todos los sectores sin excepción.
España hoy es el líder europeo en absentismo, lo que supone un gasto de 81.574 M€ en 2024, equivalente al 5,4 % del PIB.
A la vista de los datos actuales, cabría la posibilidad de tomar acción en materia de gestión de la salud, en prevención, en políticas de bienestar o en la revisión de las culturas organizativas. Sin embargo, el ritmo para la implantación de soluciones no va acompasado con el ritmo frenético de los malos datos.
A nivel de prevención y promoción de la salud, la legislación vigente es antigua (Ley 31/1995, de Prevención de Riesgos Laborales (PRL) y, aunque establece un marco normativo básico para garantizar la seguridad y la salud de los trabajadores en su entorno laboral, no solo se queda corta, sino que aún no está asegurado su cumplimiento en todas las Organizaciones 30 años después de su publicación.
Esta ley no aborda cómo promover entornos saludables y en bienestar favorecedores de salud mental. O cómo desarrollar un liderazgo humano que acompañe a las políticas de salud. O cómo actualizar la cultura empresarial acorde a los valores del (auto)cuidado y la salud. O cómo incluir la diversión, la equidad y la inclusión como factores determinantes para la salud, el bienestar y la productividad.
Y, justamente, eso es lo que para mí da más fuerza a que la salud y el bienestar permeen en cualquier Organización. No la obligatoriedad, sino la voluntad de querer mejorar la salud y el bienestar de las personas y la puesta en marcha de una estrategia sólida.
Así que es en este binomio Personas-Organización donde, para mí, se encuentra el equilibrio entre trabajo y salud, entre ganancias y cuidado, entre crecimiento del PIB y el crecimiento personal.
De un lado, las Organizaciones favoreciendo las condiciones para que el trabajador trabaje y se desarrolle en bienestar, facilitando recursos, aportando entrenamiento en salud y bienestar, revisando el estilo de liderazgo, su Cultura, los procesos, los modelos y las condiciones de trabajo, la comunicación, las relaciones… Y de otro, los empleados, las personas que, en relaciones constructivas, hacen que la Organización prospere: comprometiéndose con su salud y bienestar, siendo parte activa de las iniciativas que la Organización pone a su servicio para estar bien y trabajar mejor.
Las circunstancias -actuales y futuras- que nos dirigen a nivel social, económica, tecnológica y política no parece que vayan a reblandecerse. No parece que el entorno laboral vaya a dejar de ser complejo. Por esto, la salud y el bienestar son y seguirán siendo áreas a fortalecer si queremos que personas y Organizaciones sigan prosperando a todos los niveles.