7 de julio de 2025

De startup a scaleup: lo que nadie te cuenta

Cuando pensamos en el proceso de crecimiento de una startup para convertirse en lo que llamamos una scaleup se suelen tener en cuenta conceptos como internacionalización, estrategia de crecimiento y captación de fondos. Sin embargo, pocas veces se menciona el factor humano, ¡algo crucial! Las personas son el corazón de todo negocio, desde el CEO hasta cada uno de los miembros del equipo, y tener en cuenta tanto su capacidad como su motivación en ese proceso de crecimiento será fundamental para un desarrollo sólido y exitoso. 

La mayoría de los emprendedores fundan sus empresas o startups porque quieren resolver un problema, no dirigir un negocio. El emprendedor suele ser un magnífico técnico, desarrollador, visionario, pero rara vez ha tenido experiencia liderando equipos. Y si esto ya es complicado al inicio, con un equipo de cinco, diez, treinta personas, cuando la compañía se asienta y comienza el proceso de crecimiento, la gestión de una plantilla más amplia, es aún más difícil. He oído muchas veces a nuestro CEO decir que es la persona con menos experiencia de la empresa y que está aprendiendo sobre la marcha y constantemente. La humildad, creo, es fundamental para construir un liderazgo sólido e inspirador que saque lo mejor del resto del equipo, y por eso que el líder siga estudiando y trabajando, que se ayude de coaches y expertos y que mantenga una actitud y una mente abiertas para aprender de cada uno de los miembros es fundamental. Y esta superación personal es aún más importante a medida que su rol evoluciona con el hipercrecimiento que suele acompañar a este tipo de empresas, especialmente si continúa dirigiendo la empresa como CEO, como suele suceder. 

Porque dirigir no es innovar (ni crear, programar, fabricar o investigar), aunque se haga en una startup o scaleup. En la etapa de crecimiento hay que ampliar el equipo y redefinir los objetivos, compartimentar el tiempo, delegar. Y si el emprendedor debe adaptarse, también debe hacerlo el equipo inicial de trabajadores. Suelen ser personas con una gran energía, que trabajan en la misma dirección e impulsan el despegue del proyecto. Personas que, por su perfil, ven oportunidades de innovación en todas partes y, a veces, también tienen la idea de que pueden crear todo desde cero y hacerlo mejor que nadie, y eso sucede en todas las áreas de la empresa, incluyendo la contabilidad o la gestión de gastos. 

Pero lo cierto es que el crecimiento implica que el servicio llegue a más usuarios y que el producto se venda a más clientes. Y a los clientes no les importa cómo se organiza el sistema de gestión de gastos, por ejemplo, lo que quieren es que ese producto o servicio sea innovador, cubra sus necesidades y supere sus expectativas. Para conseguir la mejor solución aún más rápido, junto con personas que ya tienen un modo de pensar ‘de emprendimiento’ es importante incorporar a personas con más experiencia que aporten su sabiduría durante el proceso de crecimiento y que nos digan, por ejemplo: «Sí, hay seis maneras de hacer las cosas, pero he probado estas cuatro y no funcionan por estas razones». Esto puede evitar a las startups muchos errores y, sobre todo, mucho tiempo, permitiéndoles escalar más rápido. 

Las personas en el centro, siempre

Y no solo el equipo inicial, cada nueva incorporación debe estar alineada. La cultura corporativa es algo que debe cultivarse en cualquier empresa porque es fundamental construir un lugar donde todos estén orgullosos de trabajar. Se trata de que el fundador marque la pauta de esta cultura desde el principio y asuma el reto de fomentarla a medida que la empresa crece. No siempre es fácil: esta evolución es orgánica, pero al mismo tiempo debemos vigilar para que los valores fundamentales y la cultura original persistan. Una manera de lograrlo es tenerla en mente en los procesos de contratación y asegurarse de que la adecuación cultural sea un criterio de evaluación, y hacerlo incluso cuando se produce la expansión geográfica y saltamos a otros mercados. Esto envía una clara señal al candidato, pero también al equipo ya formado, de que nos lo tomamos en serio. Por otro lado, es importante seguir cultivando esta cultura en nuestras operaciones diarias, en el proceso de gestión e incluso en el de despido si hay personas que no están a la altura de los valores.

Invito a todos los emprendedores que estén pensando en crecer a reflexionar sobre ello, a cuidar a las personas y, especialmente, a estar muy abiertos a la idea de hacer las cosas mal. Los errores son parte del proceso, aceptarlos y aceptar el cambio y otras maneras de hacer las cosas son aspectos esenciales del crecimiento. La escalada está solo a un paso más, el siguiente paso.

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