Hay decisiones que marcan un camino. Pero hay otras que lo entrelazan con el de quienes te han enseñado a mirar más allá.
Durante años, trabajando en Recursos Humanos y en transformación organizacional, veía cómo muchas herramientas se quedaban estáticas en resolver lo esencial: equipos que no funcionaban, personas con falta de clarificación de roles y funciones, conflictos que se repetían, talento desaprovechado. Especialmente en entornos donde la velocidad, la rotación de perfiles o la urgencia por entregar resultados era constante.
Y entonces recordé que la solución estaba en casa.
El Dr. Joan Anton Ros, mi padre, es psicólogo, financiero e investigador. En 2006, comenzó una investigación rigurosa para entender qué hacía que un equipo funcionara de verdad. Observó equipos reales, documentó patrones de comportamiento y agrupó más de 50 comportamientos observables que emergen cuando las personas trabajan juntas. Comportamientos que permiten a un equipo avanzar, adaptarse, innovar y responder con rapidez a los cambios del entorno.
Estos comportamientos se organizaron en 8 roles de equipo, todos necesarios e importantes para el éxito colectivo. Esa investigación fue validada por la Facultad de Psicología de la Universitat Autònoma de Barcelona. Pero como muchas joyas científicas, quedó en un cajón.
Hasta que en plena pandemia, confinados, comenzamos a soñar y a trazar juntos el futuro de la investigación.
Así nació ETBO: ciencia, datos e innovación al servicio de los equipos
Entre apuntes, videollamadas y conversaciones infinitas, empezamos a dar forma a lo que más tarde sería ETBO – Easy Teamwork Behaviour Observation: una plataforma para observar, diagnosticar, entender y potenciar el comportamiento de los equipos desde la ciencia y con aplicación directa.
Lanzamos la startup en 2023, y en 2024 fuimos reconocidos oficialmente por ENISA como empresa emergente, validando no solo la innovación detrás del modelo, sino también su escalabilidad y aplicabilidad real.
Nuestra plataforma ha sido pensada, precisamente, para contextos en los que las dinámicas de equipo cambian constantemente:
Empresas que trabajan por proyectos, organizaciones matriciales, estructuras ágiles, con múltiples interlocutores o donde el equipo no siempre es el mismo.
ETBO ayuda a detectar con rapidez qué necesita cada equipo para funcionar mejor. Y lo hace con rigor, con datos y con acción.
La metodología combina un test de autopercepción, una plantilla de observación de comportamientos, informes individuales y de equipo, Boost Hub (una funcionalidad para identificar como futuros equipos van a funcionar), workshops personalizados y una red de ETBO Partners (psicólogos, coaches y expertos en transformación y agilidad) que acompañan a líderes y organizaciones a diseñar equipos funcionales, comprometidos y adaptativos.
No partimos de etiquetas. Partimos de comportamientos observables que pueden desarrollarse, entrenarse y ponerse al servicio del colectivo.
Una hija y un padre. Una startup y un legado compartido.
Trabajar con mi padre está siendo un gran viaje personal y profesional. Él aporta el rigor científico, la mirada profunda. Yo, la necesidad de traducir ese conocimiento al mundo de hoy: ágil, digital, exigente y en continuo movimiento. En ese equilibrio se ha construido ETBO.
Hoy, mientras el mundo del trabajo se transforma —con la fuerte presencia de la inteligencia artificial, los modelos híbridos consolidándose y el bienestar emocional ganando protagonismo—, desde ETBO defendemos que el factor humano no puede ser una nota al pie. Tiene que estar en el centro.
Los equipos no se improvisan. Se diseñan. Y se acompañan.
El futuro del trabajo no es una predicción. Es una construcción colectiva.
La innovación no está solo en la tecnología, sino en cómo nos organizamos para colaborar. Por eso ETBO ya se está aplicando en startups, empresas multinacionales, universidades y organizaciones culturales. Y sobre todo, en aquellas donde los equipos cambian, los proyectos se solapan y la urgencia por ofrecer valor al mercado no da tregua
Porque cuando un equipo entiende sus propios patrones, reconoce sus fortalezas y aprende a convivir con su diversidad, la transformación no solo es posible: es inevitable.
Y pensar que todo esto empezó recuperando una investigación en plena pandemia, y con una conversación entre un padre y una hija.