La formación e-learning es también conocida, dependiendo del contexto, como teleformación, formación en línea e, incluso, como formación virtual. En cualquier caso, se trata de una modalidad de impartición cada día más en boga debido, entre otras razones, a la amplitud de su alcance y a sus demostrables virtudes pedagógicas.
Para minimizar la ambigüedad, por e-learning nos referimos a una solución formativa caracterizada por dos rasgos distintivos. De un lado, la impartición se produce en remoto a través de cauces telemáticos, no existiendo una necesaria concurrencia espacio temporal entre alumnado y profesorado. Por otro, los contenidos, actividades de aprendizaje, así como los recursos didácticos multimedia que emplea, están virtualizados, sistematizados y disponibles para el alumnado a través una plataforma alojada en internet.
Sin embargo, la proliferación de ofertas formativas bajo esta modalidad hace que algunas de ellas no siempre sean adecuadas. Toda actividad realmente formativa, por pequeña que sea su dimensión, requiere cumplir con unos mínimos. En primer lugar, exige la intervención de personal formador especializado en la materia y con cualidades didácticas adecuadas. El tutelaje efectivo del alumnado, y un registro fiable en la propia plataforma de su desempeño durante el aprendizaje, son otros dos requisitos fundamentales.
En tercer lugar, resulta esencial que la actividad formativa se desarrolle en un entorno y con unos componentes didácticos que promuevan la realización de actividades de aprendizaje por parte del alumnado, más allá de una mera participación receptiva. Una exposición unidireccional, por muy demostrativa o efectista que resulte (incluso aunque vaya acompañada de preguntas al ponente), no resulta propiciatoria para el desarrollo de competencias profesionales o de cualquier otro tipo. Garantizar un aprendizaje efectivo requiere proponer al alumnado la realización de actividades formativas que le permitan ejercitarse y aplicar tales competencias para resolver problemas o afrontar otros retos.
No afirmamos aquí que toda aquella propuesta que no cumpla los anteriores parámetros carezca necesariamente de utilidad. Sin embargo, no podrá ser considerada e-learning propiamente dicho, si nos atenemos a la etimología del anglicismo. El término pone el acento en el aprendizaje activo (realizaciones) del alumnado, y no tanto en la labor de un ponente o en el efectismo de los recursos expositivos.
Son obvias las ventajas aportadas por el e-learning en lo que respecta al alcance territorial y potencial impacto social de la oferta formativa. En los últimos tiempos, se ha hecho evidente la necesidad de generalizar el uso de las nuevas tecnologías en muchos ámbitos de nuestras vidas. También de potenciar una alternativa a la formación presencial que, sin lugar a dudas, posibilita igualmente una transmisión idónea del conocimiento y del aprendizaje de competencias. En este sentido, la continua innovación en tecnologías didácticas hace del e-learning una modalidad pedagógicamente eficaz, y tal vez mayor que la secularmente atribuida a la impartición presencial.
Contra este argumento, siempre puede decirse que existen ciertas materias formativas cuyos componentes didácticos están disponibles sólo en medios físicos, siendo hoy en día muy laboriosos o costosos de virtualizar. Pero, para responder a esto, ya existen diversas regulaciones sobre qué especialidades formativas, y bajo qué condiciones de calidad, pueden ser impartidas o no a través de teleformación. El cumplimiento de tales parámetros garantiza que el e-learning pueda presentar su carta de naturaleza como actividad formativa de máximo rigor.
La formación en línea abre oportunidades de formarse bajo una mayor flexibilidad de horarios y de espacios. Posibilita ofrecer formación con cobertura para todos los rincones del territorio, incluyendo a las zonas de baja densidad poblacional o en declive demográfico. Además, permite el ahorro de tiempo y costes en desplazamientos, algo vital en muchos casos para poder conciliar la participación formativa con la vida personal y laboral.
Además, contribuye al alcance del objetivo de implicar al mayor número y diversidad de personas trabajadoras o potencialmente activas en actividades de formación, favoreciendo la inclusión social, la no discriminación y la igualdad de oportunidades. Así pues, en la Agenda 2030 para España se reconoce la importancia de la formación en línea como una herramienta para promover la impartición de calidad, el aprendizaje a lo largo de la vida, mejorar la empleabilidad y contribuir al desarrollo económico inclusivo y sostenible.
El e-learning no es una metodología didáctica, sino un medio de impartición. Con la teleformación puede llegar a pasar cualquier cosa; pero esto es también así en la formación presencial. Cada acción formativa concreta puede dar lugar a malas prácticas e imparticiones deficientes. Sin embargo, esto obedece a factores ajenos a la propia naturaleza de cada modalidad, como puedan ser la capacitación y esmero del personal formador, la alta o baja calidad del material didáctico, así como de la idoneidad o no de las fórmulas didácticas aplicadas en cada ocasión.
Por otra parte, lo verdaderamente diferencial del e-learning es permitir al alumnado ajustar su particular proceso formativo a ritmos de aprendizaje acordes a sus características o disponibilidad para formarse, no teniendo que supeditarse a una dinámica y concurrencia espacio temporal común. Su desempeño podrá ser más autónomo, personalizado y adaptativo. Asimismo, el aprendizaje en línea está más en consonancia con las preferencias de las generaciones emergentes en el mercado de trabajo, siendo estas menos proclives que antaño a formarse mediante sesiones presenciales.
Consecuentemente, el aprendizaje en línea se sitúa como una fórmula que, bien cuidada, puede ser potenciadora e impulsora de la formación para el desempeño, ofreciendo flexibilidad, accesibilidad, metodologías innovadoras, recursos actualizados, optimización de recursos económicos y un mayor alcance social, geográfico e impacto formativo. Apostar por la formación en línea es una tendencia en auge, respaldada por las políticas educativas y formativas, tanto de ámbito nacional como internacional.