30 de julio de 2025

¡Oh capitán! ¡Mi capitán!

En estos momentos, mi capitán disputa los últimos minutos del partido. En inferioridad de condiciones ante la enfermedad, llega al final de la final y alérgico al protagonismo, digamos que su nombre es K.

K. Representa uno de los últimos ejemplares de una especie extinta. No sólo por la lógica biológica; también por one club man que trazó su vida profesional en la misma empresa. K. es un diez genuino; aúna visión de equipo, servicio y negocio sin grado HBS. Ejemplifica sin pontificar acerca del propósito y deja un legado indeleble. Es el liderazgo antilíder.

En el diccionario de K. no existe el absentismo laboral; en su estrategia de conciliación familiar, está amar el trabajo como vaso comunicante de su vida, hacer cantera de amigos  en una sociedad anónima; respeto por la institución, humildad ante un ente que considera más elevado que sí mismo; desprendimiento, para que los focos y la hierba del campo hagan lucir a unos jugadores que, temporada tras temporada, consigan victorias y derrotas que a su vez, nutran la historia de un club y unos colores con los que vibran los corazones de esa sociedad local a la que él pertenece. Ese es su sentido del propósito, sin conferencias, ni libros de management, ni tutoriales, ni coaches, ni retiros team building; esta es su inteligencia natural. Nada de lo humano le es ajeno; sencillamente él se ve como una ramificación de algo previamente enraizado.

En los últimos minutos, el capitán se ha ido. Envuelto en la bandera, la camiseta cosida a la piel.

Las redes sociales crepitan. El capitán no tenía cuenta en ninguna. Empleados que, en el transcurso de la jornada, miraban de reojo al jefe que no miraba el reloj; hoy ven al compañero que siempre llegó el primero, tiró del equipo, aguantaba el partido, la prórroga, tiraba el último penalti y apagaba la luz del vestuario. Empleados que sufrían la incondicionalidad de su jefe, hoy lloran la incondicionalidad de un líder sin metodología Lean. K. no aparentaba; era fiel a sí mismo, pródigo en autoexigencia y solidaridad. Hace pocos años se jubiló tras más de cuarenta. Para sustituirle se necesitan tres personas que no alcanzan su capacidad de capilarización en todas las facetas de la actividad diaria.

Tres meses antes despidieron a F. de La Compañía. Treinta años en la empresa, los mismos años bajo la presión de no llegar a los objetivos que, como se fueron alcanzando a base de esfuerzo ingente, crecían exponencialmente; a más a más, en un ejemplo de sadismo disfrazado de omnisciente dirección comercial. Finalmente, otro modelo de capitán, este del tipo Achab, borracho de ensimismamiento, ordenó a su Ryan Bingham hacer el trabajo y en un periodo de gracia de cuarenta y ocho horas, F. perdió empleo, coche y autoestima y en compensación ingresó una indemnización económica formulada por la regla deny, delay, defend.

Entre los hoyos siete y ocho del golf Arriètha, cuatro directivos que comparten hándicap y negocios endogámicos están preocupados por el contexto: desindustrialización alemana, transportes como arma de guerra, el reemplazo en sus empresas y la necesaria transformación; en definitiva, el entorno VUCA donde flotamos como amebas. Los cuatro que una vez al mes, discuten en el green sobre hierros y maderas, hoy comparten que hay graves problemas en las organizaciones asociados a la intergeneracionalidad, al talento, a ¡todo eso que hay que ofrecer a los nuevos trabajadores y ni áun así!… -suena patttt, double bogey-; hay garantía de permanencia en la empresa un tiempo mínimo, con el coste asociado en cuanto a formación y turbulencias internas. Ellos todos, baby boomers; esponjados padres de hijos formados en prestigiosas universidades lamentan que su prole reniegue de continuar en las sociedades familiares fundadas hace dos, tres y hasta cuatro generaciones; que sus herederos hablen del propósito de la organización, en lugar del trabajo como propósito; en definitiva, lamentan que sus genes, su continuidad, no sean como ellos: servidores incondicionales con responsabilidad nunca suficientemente reconocida.

En el club social, los cuatro directivos atacan el segundo gin tonic tomando el pulso al planeta. A ver, suelta Craig, en lo que nos toca: Europa, agotada. Zelenski: derrotado. Putin, astuto; hace tándem con Jinping, el estratega. ¿América? Milei, con dos cojones. ¿Trump?, el puto amo. En Europa vendemos la moto de que es un mono con dos pistolas, pero mira; incluso a pesar de sus stormies -risas-, la gente le sigue porque no conoce retórica ni complejos. ¿Musk?; debemos aprender. Que hay que despedir, se despide; apuesta netamente por el empleo barato; en Europa hay demasiada regulación, no podemos ser competitivos. O nos adaptamos, o nos extinguimos.

V. se jubiló hace poco. Treinta y tantos años en la empresa. El vivo ejemplo del nosotros, sobre el yo. Si no fuera porque nació en Harrieta; diría que es japonés. Me recuerda la historia de un suicidio que contaba el profesor de marketing 1 a quien le apasionaba hablar sobre implicación. Una empresa japonesa ofreció pérdidas por primera vez en su historia y al conocer el dato, el directivo abrió la ventana y se lanzó al vacío; no por miedo a perder al empleo, sino por sentido de autoexigencia unido entonces al sentimiento de fracaso. Había dejado un mensaje manuscrito: “la empresa es eterna, yo no”. Cuando V. se jubiló, sus compañeros le organizaron un homenaje; hubo que mendigar un reconocimiento a la dirección y V. finalmente obtuvo su migaja, en forma de ser nombrado en la arenga al personal el dos de enero; sin embargo, se quedó sin recibir el reloj Montblanc que le hubiera correspondido por su contribución. Hace tres años Sirius, la empresa de Tiger, había rediseñado el plan de comunicación interna y se decidió sustituir el reloj de 1800 € a los empleados silver, por un welcome pack para las nuevas incorporaciones compuesto de tote bag de algodón orgánico, cuaderno y bolígrafo de bambú; lunchera y termo inox, todo ello personalizado por supuesto, con el nombre del recién empleado y un mensaje inspirador. Por ejemplo, al comercial junior le tocó un mensaje de Gandhi y al nuevo financiero, de Goleman. Coste total: 30 euros.

El alcohol agita la euforia como los vientos del Diablo. “E un mondo difficile” canta Shark imitando a Tonino Carotone ante lo cual, le siguen los tres amigos replicando “me cago en el amor”.

Por cierto, ¿Bear, que pasó con el caso de F.?, pregunta Craig.

Pues… que el hijodelagran denunció a la compañía y tiene la potra de que, en su distrito, el juzgado de lo social resuelve en 6 meses…. Si la justicia funcionase igual en todo el país, a este tío no le compensaba pelear durante dos años y se agotaría, pero… es lo que hay, dice encogiendo los hombros. Va a tocar pagar lo calculado en el forecast. Previsto sí, pero si lo ahorrásemos, mejor.

Esto mismo nos pasó hace un tiempo con el caso de A. Exactamente igual; prosigue Bear. A. era gerente de la zona 1 y se le despidió porque acabó rebatiendo la estrategia de la unidad de negocio frente a la global, ¿podéis creerlo? Yo creo que el tipo tras treinta años, se creía el CEO…; total que lo despedimos y salió caro debido al juzgado donde hizo la denuncia, la zona 1. Óyeme, Shark, -abogado, tercera generación del bufete; asesor de Bear-; tenemos que estar atentos a esto; no podemos permitirnos más casos así. Antes de despedir hay que analizar bien el DAFO y valorar riesgos en función de dónde se producen las denuncias. Si hay otro caso, habrá que sustituir a tu bufete por otro que nos cueste menos y contribuya más al resultado final.

Touché. Dice Craig a Shark que responde con una sonrisa y una voz interior que dice: hijodelagran.

Tiger se ha quedado fuera de órbita al recibir el mensaje del fallecimiento de K. amigos desde primaria. Tiger digiere la fascinación de sus colegas por la plutocracia cool actual y comprende que ellos no son competentes para acometer la transformación en sus empresas e integrar a las personas en ellas. Ni siquiera a sus hijos. Porque no tienen voluntad real; ejercitan la autocompasión para pervivir en su vanagloria personal. Mantener jerarquía, dominación y sometimiento; en definitiva, el poder de vivir sin autocuestionamiento. Para ellos las personas son objeto de carga y descarga.

En navidad, Tiger recibió de su hija La Sociedad del Cansancio de Byung-Chul Han y la noticia de que dejaba Sirius por discrepancia con la evolución de la compañía. Hoy Tiger debía buscar hueco en la jornada para anunciar que ha vendido su agencia de comunicación a Craig. Sirius presta servicios a las empresas de los tres, que están compitiendo entre sí; por tanto y con esta maniobra, Bear y Shark tendrán que buscarse un nuevo aliado de comunicación. Touchés.

Pero Tiger, noqueado y ebrio, únicamente visualiza Arrieta frente al océano. Fantasea en bucle pintando horizontes como K., out of the box. No más estrategias de suma cero.

Y masculla, nun hago, zer larretan?

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