9 de junio de 2025

Prevenir antes que curar: la mejor receta para combatir el absentismo laboral

Cada día estoy en contacto con departamentos de Recursos Humanos y empresas que apuestan por programas de bienestar para sus equipos. Es muy reconfortante comprobar que, cada vez más, los implementan por convicción y no por cumplir con una tendencia o exigencia normativa. Con el tiempo y los resultados se dan cuenta de que la prevención debe ser parte de la estrategia empresarial, no solo para cuidar de sus trabajadores, sino como una herramienta eficaz para reducir el absentismo laboral y mejorar la productividad de la organización.

Y es que las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) dejan claro que España tiene un problema creciente con absentismo laboral. A cierre de 2024, 1.463.544 personas no acudieron a su puesto de trabajo a diario. El coste acumulado fue de 14.600 millones de euros en 2024, una cifra que marca un máximo histórico y que supone un 1% del PIB.

¿Cuántas de esas ausencias se podrían haber evitado con programas sólidos de prevención y bienestar? No podemos saberlo con certeza. Pero sí sabemos algo: las empresas que apuestan decididamente por el bienestar mejoran sus ratios de absentismo y productividad. Lo vemos todos los días en organizaciones con las que trabajamos.

Prevención para todo tipo de empresas

Nuestra experiencia nos muestra que la prevención y el bienestar son aplicables a todos los sectores y tamaños de empresa.

Pensemos, por ejemplo, en los entornos con alta exigencia física: personal de almacén, repartidores o trabajadores operativos. Su cuerpo es su herramienta de trabajo y, sin embargo, muchas veces sólo reciben atención cuando ya es demasiado tarde. En cambio, cuando se implementan programas de fisioterapia preventiva o acompañamiento corporal regular, los beneficios son claros: se reducen las bajas, mejora el rendimiento, el ánimo y la vinculación del empleado con la empresa. Se sienten cuidados, valorados. En definitiva, trabajan mejor.

Esta lógica también aplica al trabajo de oficina. Allí, el sedentarismo, el estrés sostenido y las malas posturas muchas veces pasan desapercibidos hasta que se traducen en contracturas, migrañas o fatiga crónica. La prevención, en este caso, debe incluir fisioterapia, pero también programas de ergonomía y de autocuidado. La salud física y el bienestar psicológico son dos caras de la misma moneda.

Hacia una nueva cultura del trabajo

Los datos acompañan esta visión. Una investigación del McKinsey Health Institute, en colaboración con el Foro Económico Mundial, estima que mejorar la salud y el bienestar de los empleados podría generar hasta 11,7 billones de dólares en valor económico global. Esto nos recuerda que cuidar de las personas no es un gasto, sino una inversión con impacto directo en la productividad de las empresas.

Pero más allá de las cifras, deberíamos plantearnos como sociedad cómo queremos pensar el trabajo. ¿Queremos ser máquinas que producen hasta romperse? ¿O trabajadores pueden desarrollarse en un espacio de bienestar? Porque cuando el sobreesfuerzo se vuelve la norma, no solo baja el rendimiento: también aparecen problemas de salud más serios como el burnout.

Por eso, necesitamos una nueva cultura laboral, que incorpore el autocuidado, la prevención y el bienestar como pilares, no como complementos. Programas integrales de salud que incluyan fisioterapia, sí, pero también espacios de escucha, gestión del estrés, educación postural, alimentación consciente, y políticas que reconozcan que el bienestar no empieza cuando termina la jornada laboral.

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