14 de mayo de 2025

El emprendimiento femenino: el camino solitario que no debería serlo

Emprender como mujer es un acto de valentía. No porque las mujeres no estén preparadas, sino porque aún hoy, en pleno 2025, el camino sigue plagado de desafíos invisibles que pocas veces se verbalizan. La narrativa en redes está llena de historias de éxito, de mujeres que “lo lograron” y que hoy disfrutan de la libertad financiera y personal, pero ¿qué pasa con el trayecto? ¿Con esas madrugadas de dudas, los rechazos disfrazados de “no es el momento” y el agotamiento de tener que demostrar el doble para ser tomada en serio?

Emprender es emocionante, pero también es un camino solitario. Y eso es algo de lo que casi nadie habla.

La soledad del emprendimiento femenino

Las cifras no mienten: el 20% de los emprendimientos liderados por mujeres no sobreviven más de dos años, y no precisamente por falta de talento o esfuerzo. La falta de redes de apoyo, la dificultad para acceder a financiación y la sobrecarga de responsabilidades juegan un papel crucial en esta realidad.

A diferencia de los hombres, las mujeres emprendedoras suelen enfrentarse a cuestionamientos sobre su capacidad de liderazgo y compatibilidad con la vida personal. Si eres madre, se espera que priorices tu hogar. Si decides no serlo, se cuestiona tu compromiso con “el futuro”. Y en medio de esas narrativas externas, muchas emprendedoras terminan sintiéndose aisladas, sin un espacio real donde compartir sus miedos y desafíos.

Del “tienes que poder con todo” a la necesidad de comunidad

El mito de la superwoman ha hecho mucho daño. Nos han vendido la idea de que para triunfar debemos ser implacables, resistentes y capaces de hacer todo sin pedir ayuda. Pero la verdad es que ningún negocio exitoso se construye en aislamiento. Los grandes empresarios han tenido mentores, inversores y redes de apoyo. ¿Por qué seguimos creyendo que las mujeres deben hacerlo solas?

Aquí es donde la comunidad cobra un valor incalculable. No se trata solo de networking, sino de espacios donde se pueda hablar de fracasos sin miedo, donde se compartan oportunidades de financiamiento sin filtros y donde las victorias, por pequeñas que sean, sean celebradas.

Porque cuando una mujer emprendedora tiene acceso a una red de apoyo real, las probabilidades de éxito se multiplican. Y no, no se trata solo de grupos en Facebook o eventos de networking con discursos inspiradores y poco prácticos. Se trata de acompañamiento real, de colaboración, de estrategias compartidas y de apoyo emocional cuando el síndrome del impostor ataca en plena madrugada.

¿Cómo construimos un ecosistema más sólido para las emprendedoras?

El cambio no ocurre solo con discursos, sino con acciones concretas. Aquí algunas claves para que el emprendimiento femenino deje de ser una travesía en solitario:

  1. Acceso a mentoría real: No basta con charlas motivacionales, se necesitan programas de mentoría donde mujeres con experiencia acompañen a otras en su proceso.
  2. Financiamiento con enfoque de género: Aún hoy, menos del 3% del capital de riesgo va a startups lideradas por mujeres. Es urgente que existan más fondos y programas diseñados específicamente para apoyar emprendimientos femeninos.
  3. Comunidades de apoyo auténticas: No más grupos de networking sin profundidad. Se necesitan espacios donde se compartan contactos, recursos y aprendizajes sin miedo a la competencia.
  4. Conciliación realista: No podemos seguir esperando que las mujeres sean empresarias de alto impacto y, al mismo tiempo, las únicas responsables del hogar. Necesitamos cambiar la narrativa y la estructura para que el equilibrio sea una posibilidad real.

No estás sola (y es momento de hablarlo)

Si has sentido que emprender es un camino solitario, quiero decirte algo: no estás sola. Hay más mujeres que están pasando por lo mismo, que se cuestionan si van por el camino correcto, que tienen miedo de fracasar y que, a pesar de todo, siguen adelante.

Pero no deberíamos seguir adelante en solitario. Es momento de hablar, de crear redes que realmente sumen, de levantar la voz para exigir espacios más equitativos y accesibles.

El éxito de una mujer emprendedora no debería ser una excepción, sino la norma. Y para lograrlo, necesitamos caminar juntas.

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