19 de marzo de 2024
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Joe, el liderazgo de la integridad personal

Joe, el liderazgo de la integridad personal

8.30 h. de la mañana, viernes. Hoy nos ha llegado la noticia por sorpresa. Nuestro director de Formación y Desarrollo se traslada al área de negocio después de solo unos meses con nosotros. “Vaya, vaya…, con lo bien que pintaba”, comenta mi compañero Will. “Cierto, nos estaba dando mucha visibilidad a los empleados y al área”, dice Mike.

En seguida, después de la sorpresa y los comentarios iniciales, surge la pregunta: ¿y ahora que…, a quien nos ponen aquí? Lo de siempre vaya, lo que todos queremos saber cuándo el puesto de jefe se queda vacante. Eso de la incertidumbre en el mundo de la empresa parece no gustar mucho. Pero bueno, habrá que tener paciencia, ver qué deciden y esperar que acierten. Al otro lado de la sala Charlie esboza una sonrisa y suelta: “Yo este fin de semana voy a rezar un par de Padrenuestros y un Ave María para que al menos sea buena persona”. Dicen que si no eres buena persona difícilmente podrás llegar a ser un buen jefe. Un buen líder para un equipo empieza por ser una buena persona.

Martes siguiente. Solo han pasado dos días desde la despedida de nuestro director anterior, son las 11 h. y varios compañeros del área estamos tomando un café en la cafetería. “¡Viene de negocio, el nuevo director viene de negocio!” comenta algo nervioso nuestro compañero John. “Acabo de ver un correo electrónico de RRHH que nos convoca a una reunión mañana a la 10 horas en el aula Liderazgo-3”

“Ya está aquí el nueevoooooooo…” es el comentario burlesco de Will, como queriendo meter algo de temor al personal. El equipo se lo toma con humor, pues todos conocemos bien a Will, un “freelance” alternativo.

Miércoles, 10 h. Aula de Liderazgo-3. Todo el equipo de Formación y Desarrollo sentados y esperando expectantes. A las 10:03 h. entra el director de RRHH e inmediatamente después entra “el nuevo jefe”.

Rompe el hielo el director de RR.HH. “Buenos días, como ya sabéis… bla bla bla, etc., etc. y además bla bla bla,… esto y lo otro y lo demás allá, bla bla bla” (ya sabéis, las formalidades de siempre a la hora de explicar la situación, los cambios, quien sustituye a quien, etc., hasta que llega la hora de las presentaciones). “Bueno, os presento a Joe Narafaces, hasta ahora director en el área comercial de la Zona Este, y que desde hoy se incorpora como director de Formación. Le deseo toda la suerte del mundo en su nuevo puesto y espero que todo el equipo y él mismo consigáis los objetivos propuestos para este año”

Así que ya está, hechas las presentaciones y trasladados los mensajes con los mejores deseos para el futuro, el director de RRHH sale del aula alegando que tiene un comité al que debe asistir y nos deja con Joe, el nuevo jefe.

Tras un par de respiraciones, un suspiro, una mirada curiosa al aula y a cada uno de nosotros, Joe saluda y se presenta a sí mismo, nos cuenta su historia en la empresa desde que entró y su evolución en diferentes puestos hasta llegar hoy aquí. Nos pide al equipo que nos presentemos brevemente y eso hacemos cada uno de nosotros. Así a bote pronto, parece que Joe tiene algunas dificultades para encontrar las palabras y expresiones adecuadas para dirigirse a nosotros. Le cuesta un poco hablar, su voz suena temblorosa por momentos… pero igual se debe a los nervios del momento. Qué sé yo, nunca me vi en esa situación de hablar frente a un nuevo equipo.

Pues ya está, nuevo director y a empezar otra etapa.

Pasados los primeros días no parece que Joe sepa mucho del mundo de la formación, de cursos, programas, metodologías, e-learning, consultoras, alumnos… etc. Supongo que es normal para alguien que viene de negocio, pero esto no supuso un problema. En unos meses Joe se puso al día con la ayuda de todo el equipo.

Pero… y como jefe, como responsable de un equipo de 20 personas, ¿qué tipo de liderazgo ejercerá?, ¿cómo gestionará un equipo bien distinto a lo que él estaba acostumbrado a gestionar en el área de negocio? Las dudas que venían a mi cabeza esos días no eran sobre su conocimiento mayor o menor sobre formación, desarrollo, programas, etc., eran dudas sobre su forma de dirigir equipos, su liderazgo.

En lo primero que me fijaba aquellas primeras semanas, era si Joe era buena persona, si tenía buen trato con los compañeros, si tenía corazón o sólo una “patata en el pecho”.

Poco a poco fui descifrando su comportamiento, su manera de hacer las cosas, su forma de gestionar las reuniones, su estilo de dirección, su toma de decisiones, etc.

De todo ello, lo primero que me llamó la atención fue la rapidez con que se adaptó al puesto (ya sabéis que gestionar los cambios no siempre resulta fácil). En cuestión de dos o tres meses, parecía ya cómodo en su rol de director de Formación. A eso lo llamo yo capacidad de adaptación, y por supuesto interés en conocer las líneas maestras en el mundo de la formación y el desarrollo, en definitiva en conocer su nueva función.

En segundo lugar me llamó la atención que en las reuniones, en las conversaciones de grupo, cuando tomábamos un café o en las comidas, hacía bastantes veces referencias a su familia, a sus padres, a su mujer, a sus hijos. Siempre era de manera positiva. Eso me gustó. Eso en un líder deber de ser bueno.

Y el tercer aspecto en el que me fijé era sus ganas de conocernos a todos más en detalle, no solo por lo profesional, sino también en lo personal. Eso daba buenas sensaciones.

Por otra parte, pasados ya algunos meses, se notaba que Joe parecía conocerse bien a sí mismo, puesto que exponía con naturalidad sus luces y sombras, sus puntos fuertes y sus debilidades. Sabía perfectamente lo que él podía aportar y aquello otro que desconocía y escuchaba atentamente la opinión y sugerencia de los expertos en cada materia. En mi opinión, la comprensión de uno mismo es condición “sine qua non” para ser un líder íntegro/auténtico y Joe no temía declarar sus verdades, por muy molestas que fuesen algunas de ellas. “La verdad nos hará libres” se puede leer en La Biblia.

Cuando leía sobre liderazgo había muchas frases que me recordaban un aspecto muy concreto sobre Joe y su estilo de liderazgo: “se lidera con el ejemplo”; “dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única manera”; “líder no es el que lucha para ser primero, líder es el primero que sale a luchar”. Joe Narafaces era todo un ejemplo para el trabajo, un “echao pa lante” (expresión que escuchaba a los mayores de mi pueblo cuando era un crio), un currante, un trabajador para todos los proyectos que proponía él mismo o el equipo. Y claro, si ves a tu jefe al frente de la manifestación, los demás a seguirle.

Joe, como buen líder, establecía las directrices del área, marcaba los objetivos, distribuía los proyectos y lo mejor de todo es que luego depositaba su confianza en que las personas del equipo llevasen a cabo todo ello con rigor y eficacia. Mi experiencia en el trabajo es que tanto mis compañeros como yo mismo tuvimos más aciertos que errores, más éxitos que fracasos, pero he de decir que Joe consideraba los errores como parte del proceso de aprendizaje y no los penalizaba ni les dedicaba un tiempo excesivo. Hacíamos siempre un análisis del porqué de esos fracasos para evitarlos a futuro. Este era un aspecto que yo valoraba mucho en Joe, y que nos permitía seguir aportando ideas y poner sobre la mesa nuevas iniciativas en las reuniones de equipo y en los comités del área.

A lo largo de los años observé como Joe destilaba pasión por el trabajo, por aportar programas a las distintas áreas de la empresa que ayudasen a la formación y el desarrollo de los empleados. En las reuniones con otros directivos siempre asistía con ese “brillo en los ojos” de saberse alguien con un buen equipo detrás que podía ayudar siempre a mejorar la empresa, a luchar para conseguir los objetivos del área de Formación

He dejado para el final de este relato escribir sobre el título del mismo: “Joe, el liderazgo de la integridad personal”.

Decía Sófocles: “Nunca subestimes el poder de la integridad personal”. La mejor cualidad de Joe, en mi opinión, es que es un hombre honesto, y por tanto su liderazgo fue siempre un liderazgo íntegro. Tomó el camino difícil para llegar al éxito profesional, en un mundo empresarial donde la ambición que nubla y la codicia que extasía se convierten en moneda de cambio habitual.

El auténtico liderazgo, el liderazgo íntegro comienza dentro de uno, no fuera.

Enhorabuena Joe, y gracias por todo.

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