25 de abril de 2024
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Óscar cuántico, Óscar humano

Óscar cuántico, Óscar humano

¡Valle, vale…lo confieso! Soy un oportunista. Yo -de veras- no quería, pero me lo han puesto tan en bandeja…

He agarrado al vuelo la concesión de los premios Óscar para arrimar el ascua a nuestra sardina. En este caso, una película a nuestro guion. Aunque podríamos hablar de dos películas, ya puestos, porque el mundo del cine ha dedicado algo de su energía crítica reciente a otro producto familiar para Astrid Nilsen y para mí: “Antman y Quantumania”.

El “flipe” cuántico ha irrumpido en nuestras pantallas en un corto intervalo de tiempo de la mano de superhéroes minúsculos – fracasados en la taquilla- y ahora de una superfracasada protagonista que salva al mundo y a sí misma; en este caso, con éxito, reconocimiento, sorpresa y alfombra champán.

Cuando Astrid Nilsen y yo nos lanzamos a publicar “Management Cuántico” (Ed. “El Club de la Niebla”, 2022) también participábamos de la fascinación y de la perplejidad experimentada al considerar que hay un mundo físico de tamaño inferior al átomo que se rige por leyes y principios paradójicos y extraños, siendo el fundamento del mundo visible predecible y determinado. Y que es aun más fascinante cuando descubres su paralelismo con ese mundo interior o individual de cada ser humano regido por principios muy “cuánticos”, que forja la trama invisible de un universo “organizativo” aparentemente racional, aparentemente sujeto a una estrategia y aparentemente moderado por principios de eficacia, eficiencia y efectividad. Tres primos cercanos que no significan lo mismo.

La primera lección humana y cuántica de la película es la aplicación de la paradoja física de que en el mundo cuántico no se cumple inexorablemente la segunda ley de la termodinámica, que reza así: “La cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo. Los fenómenos físicos son irreversibles, especialmente durante el intercambio de calor. El orden tiende al caos”. No, la llamada “flecha del tiempo” es desafiada pertinazmente por la realidad cuántica y está probada esa marcha atrás de la entropía: del caos se puede volver al orden. 

Es lo que consigue Evelyn a través del guion. Es lo que consiguen muchas Evelyn y algunos Waymond –su marido- del mundo cuando deciden reconstruir sus vidas, otorgar de nuevo su confianza, abandonar hábitos destructivos, volver de carne un corazón de piedra… o re-sintonizar con un proyecto de empresa. No está perdida la capacidad de compromiso, que puede ser rescatada del peor basurero en el que se encontrara. Eso sí, con la dosis de “coherencia cuántica” necesaria en el entorno, basada en el adecuado equilibrio entre Respeto-Exigencia-Ejemplo-Propósito.

Una segunda lección cuántica y humana es que Evelyn viaja a un número casi infinito de universos –muchos de ellos prácticamente desconocidos para ella-  en los que va descubriendo habilidades, por los que va aprendiendo sobre ella misma y con los que podrá ayudar a la salvación del mundo. Sin tanta alharaca festivalera, el mundo cuántico acuñó la teoría de los universos posibles, generados por el principio de superposición de estados de las partículas cuánticas. A decir verdad, el término “multiverso” fue acuñado por primera vez por un psicólogo estadounidense, pero me queda más sabihondo el recurso a los universos posibles de Hugh Everett. Ahí lo dejo. 

Cada ser humano tiene un número inimaginable de estados emocionales e intelectuales disfrutables o sufribles. Si no es infinito, se le acerca mucho. Pero en nuestra relación con ellos en las organizaciones, los reducimos a estados simples (empleado, colaborador, recurso…), que nos ayudan a simplificar nuestra acción para con ellos. Y simplificando, simplificando, la acabamos empobreciendo. La liberación de una energía sin parangón –la que Evelyn acaba desplegando en la ficción- sólo será posible si enriquecemos nuestros modos de comunicarnos con esos múltiples estados que viven nuestras personas “todos a la vez y en todas partes” dentro y fuera de nuestros muros corporativos, virtuales o físicos. Sí, dar argumentos, diseñar acciones, considerar entornos y consecuencias que toquen la fibra de los corazones de nuestras personas que son empleados, contribuyentes, colchoneros, hermanos, glotones, acreedores, republicanos, delantero centro, adictos a series, hipocondríacos, tacañones…de un modo superpuesto y permanente.

Esto lo afirmó Charles Dickens mucho mejor que yo: “El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico.”. Es la teoría de cuerdas –la “teoría del todo”- en el “Management Cuántico” que proponemos Astrid y yo.

Finalmente, Evelyn tiene una vida que entrelaza definitivamente con la de su marido, su hija y muchos otros personajes. Los principios cuánticos contienen la evidencia del estado compartido de estados entre partículas que no están conectadas por ningún medio físico y que se encuentran a distancias de vértigo entre ellas. ¿Cómo ocurre esto? No se sabe bien aún, pero ocurre. A Einstein, esta realidad le hizo oponerse al incipiente pensamiento cuántico. 

Así es: ningún ser humano es un verso suelto. De un modo profundo e inexorable, cada uno de nosotros tiende puentes, amarras o simples hilos finos con otras personas a nuestro alrededor. De este modo, cada decisión de una persona o sobre una persona afecta sensiblemente al resto. En la gestión cuántica de las personas se anima a prestar atención a este fenómeno sólo apreciable por el observador atento y respetuoso. Un fenómeno que puede marcar la diferencia entre una ejecución de éxito o de fracaso en la estrategia de una organización.

La inteligencia y el poder diseñador tan fascinante que se puede encontrar en el origen y la coexistencia de dos modelos tan contrapuestos y tan reales, que forjan una única realidad es un debate que no pertenece a estas páginas, pero que no puede ser ignorado. Aunque sí se seguirá ignorando nuestra insignificante sugerencia de que se adapten muchos de los postulados de la teoría cuántica a las políticas y prácticas de la gestión de personas.

Y para que nos hagan algo más de caso, traigo a mi rescate –como argumento de Autoridad- al fundador de este medio en la amable presentación que hizo de nuestro libro el pasado mes de junio: “Enrique y Astrid, Astrid y Enrique han conseguido unir física y recursos humanos en un libro que entretiene, enseña, divierte y sobre todo, contiene en sus páginas mucha experiencia en la gestión de personas de recursos humanos transmitida por dos profesionales que aman su profesión y que disfrutan día a día de su trabajo.”. Gracias, Eduardo.

En fin, disfrutad de la película y acordaos de apagar o silenciar vuestros móviles. Entráis al torbellino cuántico. 

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1 comentario en «Óscar cuántico, Óscar humano»

  1. Un #PremioÓscar muy discutido. No sé nada de crítica cinematográfica, pero este premio nos viene de maravillas a Astrid Nilsen y a mí para hablar un poco más de algunos de los elementos #cuánticos de su guion y del modo fascinante en el que el #paradigmacuántico puede ser un riquísimo marco de referencia en la #gestiónpersonas Libro «Management Cuántico» La Revolución de la Ciencia, ahora en tu empresa. Gracias RRHHDigital por dejarnos contarlo.

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