“La vida se abre camino”. Ian Malcolm (Jeff Goldblum) en Jurassic Park (1993)
Los profesionales de hoy ya se mueven en el metaverso: las videoconferencias, las redes sociales corporativas y las comunidades online son espacios virtuales -mayoritariamente bidimensionales- en los cuales se trasladan las identidades físicas con las cuales trabajamos, colaboramos e interactuamos con otros.
Las tendencias parecen indicar que a corto plazo estos metaversos corporativos serán cada vez más inmersivos y tridimensionales. En ellos, los profesionales podrán realizar tareas con dispositivos de realidad aumentada o mixta, utilizando interfaces de control naturales como la voz y los gestos (ojos, manos…) en sustitución de teclados y ratones. En los metaversos corporativos no solo se podrá interactuar con maquinaria industrial o prevenir riesgos laborales, sino realizar tareas de oficina que actualmente realizamos contra pantallas planas, como por ejemplo, las reuniones. Los encuentros virtuales para tomar decisiones, cocrear o compartir se convertirán paulatinamente en multiversos en 3 dimensiones que recrearán diferentes escenarios -salas de juntas, ágoras, despachos… - e incluso situaciones en las cuales, como en un gemelo digital, será posible tomar decisiones de negocio sin afectar a la cuenta de resultados.
La identidad digital también se podrá deconstruir y volver a construir en estos metaversos corporativos para que cada profesional pueda generar un avatar que represente el rol que juega en un equipo, en un proyecto o en una situación laboral concreta. Como en el mundo del gaming, cada persona será capaz de escoger su apariencia y desarrollar ciertas capacidades interactuando con otros avatares y con la situación, por ejemplo para emular el impacto del lanzamiento de un nuevo producto o servicio antes de que llegue al cliente final. Esta es una de las promesas de herramientas como Microsoft Mesh, que anticipan un nuevo modelo de colaboración y comunicación a través de avatares digitales que cada vez fusione de forma más intensa el trabajo y el ocio en estos metaversos corporativos, accesibles en remoto y con una flexibilidad horaria cada vez más demandada.
Hoy es metaverso, pero también es ChatGPT, Blockchain o Dato. Y mañana serán otras las tecnologías emergentes que pidan paso y que exijan ser entendidas y aplicadas en las empresas, con urgencia y sin demora. Siendo así, ¿cómo desarrollar las capacidades de los profesionales que, nacidos a caballo entre dos mundos, sienten sobre ellos la presión de un mundo que cuando apenas empiezan a comprender ya ha vuelto a cambiar?
Uno de los retos más comunes de las corporaciones y, concretamente, de las áreas de Talento/Personas -conjuntamente con Transformación/Gestión del cambio- es el de ser capaces de diseñar “el proyecto perfecto” de upskilling o reskilling del talento interno. El objetivo es incrementar la empleabilidad de la persona, el paso de un perfil con forma de I a un perfil con forma de T, de Pi o incluso de peine, que genere un círculo virtuoso entre el individuo y el ente en el que desarrolla su actividad profesional, es decir, la empresa.
En este tipo de proyectos de “incremento de la empleabilidad interna” son al menos tres las palancas a accionar:
La curiosidad es una llave que abre casi cualquier puerta. Como cualquier habilidad, se entrena cada día con pequeños ejercicios, como por ejemplo llevar un diario (digital o físico) en el que se apunte o grabe lo que nos ha llamado la atención durante el día (en positivo o en negativo), un hecho o situación inesperado, un dato o comentario sorprendente. Por tanto, no se trata
tanto de “ser curioso” como “aprender a ser curioso”.
Algunos posibles modos de estimular la curiosidad desde las empresas y para las personas son:
Tener una mentalidad abierta, curiosa, optimista y humilde no solo facilita aprender nuevas que nos permitan no quedarnos atrás en entornos profesionales cada vez más competitivos y retadores. Significa disfrutar del mundo digital que nos rodea (porque lo entendemos y valoramos), independientemente del año en el que hayamos nacido, lo que hayamos estudiado, o nuestros gustos personales. Es seguir conectado con la vida a través de un cordón umbilical que es la tecnología, más allá de la forma o nombre que vaya adoptando según pase el tiempo. Porque hoy es metaverso pero ¿qué será mañana? Si tenemos curiosidad, quizás podamos imaginarlo y, por tanto, construirlo.
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