Mindfulness para la gestión del cambio y la incertidumbre

El mindfulness (atención plena) es una tendencia imparable en el mundo empresarial. Cada vez más empresas deciden incorporar este método en sus programas de desarrollo para directivos, pero también para todo tipo de empleados. En EEUU es ya una disciplina imprescindible en empresas como Google, General Mills o la NASA, entre otras muchas organizaciones. Y aquí en España hay numerosas empresas que están apostando fuertemente por ella. 

El mindfulness es la habilidad para permanecer presente, atento al aquí y ahora, evitando juicios y con una actitud de aceptación y curiosidad. Como he dicho, es una habilidad o competencia, y por tanto, se puede entrenar y desarrollar. De hecho, en los numerosos programas de mindfulness que imparto en empresas desde hace años, digo siempre que es un entrenamiento mental de la atención. 

Los beneficios del mindfulness, probados por la neurociencia, se centran en la mejora de dos tipos de habilidades: 

• Habilidades cognitivas: visión global, concentración, memoria, foco en lo importante, claridad mental para tomar decisiones.
• Habilidades emocionales: potencia todas las competencias de la inteligencia emocional como la empatía con los demás y la gestión de emociones. Y más en concreto, ayuda a gestionar el estrés y la ansiedad que genera la incertidumbre, y el miedo al cambio. 

En su libro “Cerebro y mindfulness” el médico e investigador Daniel J. Siegel defiende, en base a numerosas investigaciones de la neurociencia, que la práctica regular del mindfulness mejora las conexiones entre dos dos hemisferios cerebrales, lo que hace que aprovechemos el máximo potencial de nuestro cerebro. Además, aumenta el grosor de la materia gris del cerebro en el córtex prefrontal (responsable de las funciones cerebrales más importantes como el autocontrol o la toma de decisiones) o el hipocampo, responsable de la memoria y el aprendizaje. También destaca que se produce una inhibición o reducción de actividad en la amígdala, órgano del sistema límbico del cerebro responsable de la activación de emociones básicas negativas como el miedo y la ira. 

Flexibilidad ante el cambio. El mindfulness también mejora la denominada flexibilidad cognitiva, que implica ser flexible ante la realidad en constante cambio, manejar la incertidumbre, y no aferrarse a “formas de hacer” del pasado que pueden limitar el crecimiento de la empresa. Hoy en día, en el mundo vertiginoso en constante cambio en el que vivimos y trabajamos, la gestión del cambio y la incertidumbre son esenciales. Si un directivo no es flexible ante los cambios, está condenado a fracasar en su carrera profesional y a limitar gravemente a su equipo y a su empresa. 

Pero ¿Cómo consigue el mindfulness mejorar nuestra habilidad para manejar la incertidumbre y el miedo al cambio? El mindfulness se apoya en 3 acciones diferentes: 

1. Observar o poner atención. Nos entrenamos para observar con objetividad el entorno, pero también nuestros pensamientos, sensaciones, emociones y patrones de conducta.
2. Sentir o percibir. Aprendemos a percibir el fluir cambiante de nuestros pensamientos y emociones, a estar más conectados con nuestro cuerpo y nuestra mente, y empezamos a darnos cuenta de lo que nos limita o condiciona.
3. Describir o etiquetar. Aprendemos a describir con palabras las experiencias y emociones que vamos teniendo, pero sin juzgar ni evaluar, con total aceptación de lo que aparezca momento a momento. Esto hace que nos distanciemos emocionalmente lo necesario para no dejarnos dominar por ellas. 

Este último punto es clave en la gestión del cambio y la incertidumbre porque mediante la práctica del mindfulness estamos desaprendiendo viejos hábitos negativos que todos tenemos, como el hecho de juzgar absolutamente todo (esto es bueno, esto es malo, me gusta, no me gusta) o el hábito de resistirnos a cualquier situación o experiencia que no nos guste o no cumpla con nuestras expectativas. 

No nos imaginamos lo rígidos que nos volvemos cuando, de forma inconsciente, nos dejamos llevar a diario por nuestros juicios, deseos, expectativas y resistencias. Estos 4 son los principales enemigos contra los que debemos luchar para convertirnos en personas más flexibles y productivas. El mindfulness nos entrena en una actitud de mayor apertura (evitando juicios) y de mayor aceptación (no resistencia) con el fin de poder manejar de forma más eficaz los cambios en el entorno y en la organización. Un directivo entrenado en mindfulness no huye o evita el cambio. Al contrario, ve en él una oportunidad para crecer y lo impulsa él mismo. 

La relación entre el mindfulness y la gestión del cambio y la incertidumbre está sobradamente demostrada. Si una empresa quiere impulsar transformaciones culturales en su plantilla, aumentar su efectividad organizacional y liderar el mercado cambiante, deberá estudiar muy seriamente la implantación de programas de mindfulness entre sus empleados, y especialmente entre sus directivos.

@JavierCarril