A veces se sabe, que es imposible elegir qué trabajo hacer. A menudo hay que adaptarse a lo que se encuentre, sin que por desgracia se tenga poder de decisión. Que elegir: ser empleado y trabajar por cuenta ajena o por cuenta propia y ser autónomo.
En ocasiones, se está en la situación en la que, debido a la falta de un trabajo fijo, pero teniendo que ganar dinero, se decide darse de alta de autónomos.
En otros casos se sueña, que en lugar de poder permitirse trabajar por su cuenta, trabajar como empleado exactamente en el ámbito de los estudios realizados.
¿Empleado o empresario? Para conseguir ser empresario, normalmente hay que pasar unos años como empleado, para poder permitirse constituir una empresa. A no ser que se pueda contar con una herencia y se pueda constituir una empresa y de esta manera administrar los activos heredados.
En definitiva, los casos son innumerables. Lo que no cambia es que muchas veces ocurre que los que son autónomos sienten "envidia" de los que trabajan por cuenta ajena (básicamente por la mayor protección y garantías que tienen los que no son autónomos). Quien, en cambio, trabaja por cuenta ajena siente "envidia" hacia el autónomo (sobre todo por lo que respecta a la libertad de gestión del tiempo).
Trabajo por cuenta propio o por cuenta ajena: pros y contras:
El autónomo debe ser más de un profesional en una misma persona. Debe saber gestionar las finanzas de su "empresa", aunque sea autónoma. Por supuesto que puede (o debe) apoyarse en el contable y/o gestoría de su confianza, pero debe conocer su situación en tiempo real.
Por tanto, el autónomo debe ser un buen administrador de sí mismo. Debe tener habilidades comerciales para saber proponer y vender su producto. Debe saber gestionar las compras y contar con proveedores fieles, ya sean pocos o muchos.
El profesional debe saber gestionar a los clientes, normalmente muy exigentes. También debe saber cómo gestionar su oficina: ya sea una habitación en casa o un espacio dentro de un coworking o un centro de negocios, debe saber gestionar los presupuestos de los que debe ocuparse personalmente. El coworking a veces sirve de ayuda a los autónomos, ya que en algunas ocasiones se ocupan de gestionar la burocracia evitándoles parte del trabajo de administración.
Un empleado no tiene estas tareas: por supuesto, sigue teniendo que saber gestionar sus propias finanzas y llegar a fin de mes, es cierto, pero desde el punto de vista laboral hay otra persona que gestiona por él las relaciones y las cifras importantes.
Indudablemente el empleado tendrá plazos que cumplir, pero, aunque tenga más o menos trabajo que hacer normalmente algunos días determinados del mes, sin embargo, seguirá recibiendo el salario, aunque este no variará mucho de un mes a otro. Para tener aumentos, debe producir más, demostrar que ha producido más o utilizar horas extras (si las hay); sin embargo, tendrá sus pagas extraordinarias (y en algunos casos también bonificaciones).
Sin embargo, existe una especie de término medio que reúne las ventajas de ambos tipos.
Sin embargo, está reservado, como el acceso a otros servicios complementarios, exclusivamente para los empleados.
Son los trabajadores smark working, es decir, los empleados que pasan la mayor parte del tiempo trabajando en su propia oficina, pero que durante algunos periodos pueden trabajar donde quieran y a la hora que quieran. Visto desde este punto de vista, esto representa el caso más afortunado.
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