Cada día es mayor el número de personas que utiliza el avión como medio para sus desplazamientos. Según algunos cardiólogos, la popularización de este transporte ha ocasionado el aumento de una patología: el síndrome de la clase turista o trombosis del viajero.
Esta denominación se acuñó a finales de los 90 al detectarse que las personas que realizaban viajes de larga duración en avión tenían un riesgo mayor de sufrir trombosis y relacionarse este hecho con el reducido espacio entre asientos de los aviones en clase turista de la mayoría de las compañías aéreas. El síndrome de la clase turista consiste en los trastornos circulatorios producidos por la prolongada inmovilidad en espacios reducidos y puede derivar en trombosis venosa profunda (TVP) en las extremidades, que incluso podrían ser fatales si los coágulos se desprenden y llegan al pulmón. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los viajes de más de 6 horas de duración se duplica en riesgo de sufrir este síndrome, dada la inmovilidad de los miembros inferiores y los cambios de presión durante el vuelo.
Población de riesgo La trombosis que puede aparecer durante viajes de largo recorrido suele deberse a una combinación de factores tales como la inmovilización, la deshidratación o determinados factores predisponentes. Si bien el síndrome de la clase turista es poco habitual en personas que no padecen factores de riesgo (estamos hablando de una incidencia de un 1%), sí hay determinada población con más riesgos, como las personas que tienen problemas circulatorios, aquellas que han padecido trombosis anteriores y quienes padecen enfermedad obstructiva crónica (EPOC) o insuficiencia cardiaca. También lo son las personas con sobrepeso, hipertensión, con antecedentes cardiacos, que se tratan con estrógenos o anticonceptivos orales, con cáncer, embarazadas, que han sido operados recientemente o consumen alcohol y tabaco.
En personas de alto riesgo, la incidencia puede valorarse entre un 3 y un 5% Síntomas Los síntomas pueden manifestarse, incluso horas después del vuelo realizado, en forma de hinchazón, dolor u hormigueo en las extremidades. Todo indicio debe servirnos para detectar si estamos sufriendo este síndrome trombiótico: desde cualquier síntoma general (dolor de pecho, aceleración de pulso, angustia, fiebre), a los más frecuentes (disnea, sincope y dolor en el pecho que se aumenta al respirar), junto con los propios de la TVP. Es recomendable acudir al médico para que, en caso de haberse iniciado un coágulo, prescriba la medicación adecuada.
Consejos Para evitar el temido Síndrome de la clase turista, Belén Arcones (Directora Ejecutiva de IMF Business School - expertos en Prevención de Riesgos), nos transmite las siguientes recomendaciones:
Para finalizar, una última observación: si bien es cierto que todos relacionamos este síndrome con el avión (debido al reducido espacio, la disminución relativa de la presión barométrica y a la baja humedad dentro del aparato), también puede darse en trenes, autobuses o coches
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