El avance de la tecnología crece a un ritmo imparable. En pleno siglo XXI, los dispositivos inteligentes han pasado a considerarse gadgets esenciales en nuestro día a día. Tanto que incluso pocos, a día de hoy, podrían entender el presente (y un futuro) sin ellos. Por supuesto, los avances en IT siguen su curso, con el objetivo de hacer el día a día mucho más fácil a la sociedad, y conceptos como el Internet de las Cosas o IoT (por sus siglas en inglés) aterrizan para dar promesa de ello.
Pero, ¿en qué consiste exactamente el Internet de las Cosas? Básicamente, se trata de un concepto que engloba aquellos objetos cotidianos o sistemas de dispositivos físicos que reciben y transfieren datos a través de conexiones inalámbricas mediante dispositivos informáticos, es decir, sin (prácticamente) intervención humana. Reguladores de luz, control de parámetros medioambientales a distancia, puertas de garaje inteligentes… Un despliegue tecnológico cuya función no es otra que mejorar la vida de las personas.
De ahí que muchos países hayan comenzado a apostar fuertemente por ello en los últimos años. España, por ejemplo, es ya el cuarto país de la Unión Europea que más inversión realiza en IoT, por detrás de Alemania, Francia e Italia. España es también considerado uno de los países que más usuarios conectados a Internet tiene, centrando su uso en fines tanto laborales como sociales y personales. A nivel mundial, y de cara a 2030, se estima que la cantidad de dispositivos conectados aumente hasta los 25.000 millones.
En lo que respecta al ámbito profesional, su relevancia se vio incluso más evidenciada con el impacto de la COVID-19. Durante la pandemia, un 79% de las empresas con proyectos de IoT en España consideró esta tecnología como pieza clave para asegurar la continuidad de su negocio. Pero, ¿qué beneficios ofrece implementar el IoT en el entorno laboral.
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