En El último barómetro de confianza de Edelman sobre la actual crisis de confianza en el sistema mundial, los negocios pasan a ser responsables de muchas de las áreas que antes recaían sobre los gobiernos, entre las cuales están formar a los empleados o cuidar de ellos.
El miedo se ha apoderado del entorno global y la pérdida de empleo por la falta de habilidades profesionales supone ya una preocupación para el 60% de la población mientras que la automatización un 45%. Esto implica entornos de trabajo más conflictivos, menos productivos y más variables. Es obvio que algunos puestos desaparecerán pero con la formación adecuada todavía estamos a tiempo de reconducir ciertos perfiles hacia entornos de trabajo más flexibles que potencien otro tipo de habilidades y expertise.
Los cambios dan miedo porque la incertidumbre da miedo. De hecho es el riesgo el que eleva nuestros niveles de las hormonas adrenalina y cortisol, ósea de estrés. Quizás una medida drástica de solucionar la transformación digital sería contrarrestar con difusores de la hormona oxitocina (la hormona del amor que no nos quita el miedo pero si la parálisis y nos vuelve seres más confiados y amables). Una de las tareas en las organizaciones es hoy día conseguir reducir este miedo y para que la gente tuviera más confianza en lo que está por venir o por lo menos para que puedan actuar para enfrentarse a ello.
Charles Darwin afirmaba en El origen de las especies (1859) que “no son los más fuertes de la especie los que sobreviven ni los más inteligentes. Sobreviven los más flexibles y adaptables a los cambios”.
La verdad es que si hemos de ser sinceros no somos el país más avanzado de Europa, ni el que más invierte en formación ni en actualizar nuestras habilidades profesionales. Tampoco somos de los que apostamos por el largo plazo, excepto con la vivienda donde nos hipotecamos hasta 40 años si hace falta. Pero también es cierto que no es tan fiero el león como lo pintan. La transformación digital ya está aquí pero tenemos un periodo de adaptación.
El quid de la cuestión es ¿Cómo queremos hacerlo? ¿Queremos una transición brusca donde sea sí o sí y el cortisol y la adrenalina fluyan a borbotones? O ¿preferimos que sea la oxitocina y la serotonina las que guíen nuestro proceso de transformación digital?
Por tanto el problema que se plantea en la mayoría de las organizaciones no es el qué ni el cuándo sino el cómo. Y este «cómo» debe ser enfocado para conseguir los objetivos de negocio, para mejorar los ratios de eficiencia y sobre todo para diferenciarte creando ante tu cliente una experiencia única.
Pero eso, queridos colegas, este «cómo» solo se consigue con oxitocina y serotonina, con compromiso y acompañamiento, conociendo dónde estamos ahora y adonde queremos llegar, con un benchmark claro, planificado, tangible y sobre todo alcanzable.
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